Hay mucha gente que piensa que echando una papeleta en una urna va a arreglar el mundo. Como si esa papeleta —la unión de millones de papeletas con los mismos logos impresos— fuera a desatar un huracán que arrancara de cuajo los paraísos fiscales de la Castellana, la corrupción del corazón del sistema político, los gases de efecto invernadero de la atmósfera…
Una lluvia de papeletas mágicas que, gracias al conjuro de la democracia burguesa, nos solucionaría la vida sin tener que mover un dedo más allá de los dos que agarran la todopoderosa papeleta: la pliegan, la meten en el sobre y la dejan caer en la urna sagrada, el DNI dando fe. Ahí va nuestro ingrediente democrático, como los huevos de sapo azul y el ala de murciélago en la marmita de la bruja… ¡La magia! «¡La fiesta de la democracia!».
Sin embargo, esta magia de Parlamento barato se desvanece antes incluso que la de la Cenicienta, cuando se sientan en un hemiciclo diseñado para servir a un sistema mafioso y explotador por naturaleza. Un mordor escoltado por dos leones orgullosos, presumiendo de democracia al tiempo que la secuestran.
Allí, dentro del Hemiciclo, se respira democracia representativa. Eso sí, representativa de grandes banqueros que se bañan en semen de mono extinto por el cambio climático, de grandes empresarios cuyas flatulencias contaminan la atmósfera como si fuera solo suya… Una democracia representativa y amordazada por los periodistas del Régimen que escriben baboseando ira y mentiras.
Y la legislatura de sepultura se desarrolla mientras las papeletas se pudren, quién sabe dónde, y si te dijeron digo, ahora dicen Diego… ¿y todas tan contentas?
Pero cada vez más gente se da cuenta de que la magia de la papeleta es fuego artificial que nos ciega en colores y, la cojan o no, saben que la magia para cambiar sus mundos, sus calles, sus barrios, sus curres, nunca vendrá de una democracia de cartón piedra. Dicen, quienes las han visto, que las manos y los corazones están repletos de esperanza y utopía en esta marea de gente descreída con el mundo de la papeleta mágica.