Wang Yuan se ha comido a su abuelo Wang Fo. Todavía no saben si fue culpa del flan chino o por el pollo con almendras del almuerzo. La cosa es que se echan las culpas los unos a los otros. En el restaurante todos coinciden en que esa partida tenía que servirse en el comedor, no en cocina. La familia Wang llora por la muerte del abuelo Fo, y Yuan llora, tembloroso en el servicio, al sentir los primeros estragos de la que será la digestión más pesada de su vida.
Es leyenda conocida aquella que cuenta que a los chinos, cuando mueren, no les pesa la tierra. Sino que su última parada como carne en esta vida es una delicia ahogada en salsa agridulce. Luego está lo de los rusos y sus mafias, los rumanos y sus cables, los «panchitos» con sus «latin kings» y los árabes con su kilo de explosivos bajo el brazo.
Lo extranjero —lo extraño—, la que viene a quitarte el trabajo, el que no habla tu idioma, la que no se levanta con el mismo pie con el que tú te levantas, el que guarda una historia distinta en los ojos, que te atrae y te aterra: ese es tu nuevo vecino.
Bajarse a la plaza
Hay que dejar de mirar la tele y salir a las plazas. El discurso del Gobierno y de algunos medios de comunicación en plena emergencia social y humanitaria insiste en subrayar la idea de amenaza que supone este «drama de la inmigración».
A principios del mes de septiembre, Rajoy se reunía con Merkel para tratar del asunto de las cuotas y de la lucha contra el terrorismo (o como mezclar churras con merinas: refugiados y desplazados con terroristas y señores de la guerra). La canciller alemana llegó a insinuar que si no se llega a un acuerdo, el Tratado de Schengen podría estar en peligro. Estas declaraciones, aparentemente neutrales, esconden un mensaje muy perverso: el derecho a la libertad y a la libre circulación de los otros, puede dejarte a ti sin derechos.
«Yo estoy de acuerdo con que todos los inmigrantes tengan derecho a comer. Pero lo que no tienen derecho es a robar, a asaltar los pisos; […] yo no es que conozca casos, pero eso es lo que escucho yo en la televisión, que yo veo mucho las noticias […]»1. El discurso va calando, pero afortunadamente no todo el mundo piensa de este modo. En este país de exiliadas, migrantes y refugiados, son muchas las personas que han apagado la tele y han bajado a la calle a conocer a sus nuevas vecinas. Las historias de integración y de convivencia superan con creces los casos de conflicto entre veteranos y recién llegados al barrio.
«Me llaman «¡Negro, negro!». No hace falta hablar español para saber que es a mí. No intento ni siquiera huir. (…) los guardiaciviles se colocan cerca del centro y vigilan a los recién llegados, a los que delata enseguida su ropa rasgada y su mirada de animal acosado».
Partir para contar, Mahmud Traoré y Bruno Le Dantec.
Desmontando mitos a base de datos2
Vale que una no quiera bajar a la plaza por miedo a que su vecina nigeriana le practique una ablación a su hija, así, a lo loco (nótese la ironía). Pero existen otros modos de comprobar si las ideas preconcebidas que tenemos sobre personas de determinadas procedencias se ajustan o no a la realidad. «Tasas de empleo extranjeros» o «delitos cometidos por extranjeros» son búsquedas muy sencillas que arrojan una verdad inmediata: ni nos quitan el trabajo, ni nos vienen a robar, ni son todos terroristas.
#Mito 1: Nos quitan el trabajo
De las 619 461 personas extranjeras que fueron demandantes de empleo hasta julio de 2015, 48 565 lo obtuvieron, mientras que 470 863 se quedaron en paro. Parece que, según los datos, son pocos quienes consiguen «el sueño español» de robarnos el trabajo.
#Mito 2: Nos roban, nos matan
En el año 2013 fueron condenados en nuestro país un 75% de adultos con nacionalidad española y un 35,2% de extranjeros. Un dato curioso: la tasa de condenados por cada 1000 habitantes se triplica en extranjeros (13,7%) frente a españoles (4,8%). Nosotros delinquimos más, pero debe ser que en los juicios «nos defendemos mejor».
#Mito 3: Se casan para conseguir los papeles
El año 2014 fue un año modesto para el amor (heterosexual, el único que registra el INE): 158 425 nupcias. Solo el 16% de las parejas (sin especificar nacionalidad) eran mixtas. Nuestro país no es el escenario perfecto para marcarse un matrimonio de conveniencia.
#Mito 4: Los chinos no pagan impuestos
IVA e IRPF: igual que nosotros. Solo que, además, el convenio firmado en 1990 entre China y España obliga a que solo se tribute en un país para prevenir la evasión de impuestos.
#Mito 5: Vienen a quitarnos derechos y a imponernos sus costumbres
«Si la mujer aborta, el varón puede abusar de ella». Esta frase no la ha pronunciado un imam en una mezquita, sino el arzobispo de Granada en una catedral. Quienes nos quitan los derechos e intentan imponer sus ideas están sentados en los sillones del Parlamento y en los altares de las iglesias patrias. Son los de la ley mordaza, la reforma de la ley del aborto o los recortes en sanidad.
# Mito 6: España hace más que otros países para ayudar a los inmigrantes
A mediados del mes de septiembre Turquía contaba con 1 938 999 refugiados sirios (fuente: ACNUR), Alemania esperaba la llegada de 800 000 personas este año, mientras que el Gobierno español, a finales de agosto y de boca de la vicepresidenta primera Soraya Sáez de Santamaría, hablaba de no acoger a más de 2000 personas. Esta cifra podría llegar a ascender a 17 680 por mandato de la Comisión Europea. Berlín dobla su presupuesto para atender las necesidades básicas de estas personas, España realiza devoluciones en caliente, levanta vallas y manipula los datos: en 2013 el gobierno hablaba de 30 000 a 80 000 personas intentando cruzar la valla de Melilla. Fueron 830 las que llegaron a España por este medio.
# Mito 7: Nosotros no tenemos nada que ver con sus guerras, no tenemos por qué acoger a todo el mundo
Hablemos de casualidades. En los últimos años Siria se ha convertido en paso estratégico para el petróleo y el gas. Más de 3 millones de sirias se han convertido en refugiadas huyendo de una guerra que ha partido en dos el país. Guerras que se mantienen en Afganistán, Irak, Nigeria o Senegal. Gas, petróleo, coltán y diamantes son las materias primas de estos países. La mayoría de la inmigración que llega a España procede de América Latina y Marruecos. Casualidad: ambas excolonias nuestras.
Cifras, y cifras y más cifras. Hablamos de personas, con nombre y con familia. Personas que tienen una historia como la de Mahmud y Bruno, como la de tu abuelo en Alemania y su tío en Brasil.
Ha llegado el momento de levantar la mirada y dejar de creernos ese cuento chino de que el enemigo no está en casa; viene de fuera.
1 Declaraciones de un vecino del barrio de San Jerónimo (Sevilla) para el documental Nuevos vecinos en la plaza, Oficina de Derechos Sociales de Sevilla (ODS), 2013, https://vimeo.com/61339555. (Muy recomendable).