Si hay una cara visible de los movimientos sociales sevillanos que luchan por el derecho a la ciudad desde hace varios lustros, esa es la de David Gómez. Amable, sensible, incansable, creador de un vocabulario propio, optimista. Hablamos con él de turismo, ciudad y militancia y, como siempre, fue un placer, joven.
¿Por qué un chaval de Córdoba acaba implicado en la construcción de Sevilla?
Yo en Córdoba no había hecho nada, estaba en otras historias. En Sevilla no empecé de inmediato, fue una casualidad, aunque alguna sensibilidad tendría que haber. Viviendo con mi abuela en la Barzola cuando estudiaba, descubrí una farola en una avenida sin la tapa de registro. Me puse en contacto con el Ayuntamiento y mandé un escrito que no tuvo ninguna respuesta. No sé qué me indignó más, si que esta gente pudiera dormir tranquila cuando había vecinos que se podían electrocutar… o que no contestaran. Años más tarde, me encontré a Javier Queraltó, que era el concejal entonces, y le dije: «tú tienes la culpa de que yo me reliara en estas cosas». Así empezó.
Unos años más tarde creé la asociación Taller de Ecología Urbana, centrada en la habitabilidad del espacio público. Pero mi bautismo de fuego se produjo en la segunda mitad de los noventa, cuando vivía en San Lorenzo y se puso en marcha el Plan Urban para el que se organizó, por imperativo de Europa, un Consejo Vecinal. Ahí entramos varias asociaciones y nos conocimos muchas personas, pero qué sensación de impotencia nos dejó aquello.
Por esos mismos años, rescatan la intención de hacer el aparcamiento en la Alameda que Javier Queraltó y otros arquitectos jóvenes, en el año 76 y 77, consiguieron parar. Este, en 1998, fue el segundo intento. La plataforma contra el aparcamiento volvió a unirnos a gente diversa que luego hemos seguido trabajando juntas para otras cosas. Gente de la que te fías, con la que me gusta trabajar… esas confianzas y esos haceres y confianzas se han reciclado para otras luchas.
Por aquella época también formabas parte de Arquitectura y Compromiso Social.
ACS llevaba funcionando dos o tres años cuando yo entré. No recuerdo si fue por un seminario anual temático, quizás el de accesibilidad. Yo en ese momento estaba muy motivado con ese asunto, también por una casualidad. Estaba tomándome un café en la Alameda y vi como una abuelita de ochenta y tantos años largos era incapaz de subir un bordillo de quince centímetros. Nunca me había fijado antes en eso.
Otra de las plataformas de las que has formado parte ha sido la de la Liga de Inquilinos. ¿Crees que sería un momento para retomarla?
La Plataforma de Inquilinos nace a partir de la lucha por la Casa del Pumarejo que empezó en el año 2000. Cuando estábamos inmersas en ese proceso empezaron a acercarse personas a pedirnos ayuda. Venían con cartas de Urbanismo que no entendían y que les avisaban del tiempo que les quedaba para desalojar sus viviendas. Entendimos que necesitaban atención y se creó en 2004 la PIA (Plataforma de Inquilinos Amenazados). Después organizamos unas jornadas en la Casa de las Sirenas en las que tratamos el problema de los asustaviejas, los inquilinos amenazados… Y se conectó con el Plan Urban.
La PIA (2003-2004) nace de esa urgencia por intentar parar el desalojo de estas ancianas. Algo después decidimos darle más formalidad cuando vimos que había suficiente número de personas afectadas para crear una Liga de Inquilinos. Así lo hicimos y la bautizamos La Corriente en honor de Eduardo Corriente, que fue presidente de Copavetria, una asociación pionera de defensa de los patios y corrales de Triana.
Durante un tiempo estuvo funcionando, a pesar del esfuerzo que supone unir a militantes con personas afectadas que venían con miedo, sin experiencia en trabajos colectivos, desconfiando de las intenciones del resto, con vergüenza… Después se fue desinflando. Llegó la explosión de la burbuja inmobiliaria y el foco pasa a las hipotecas y ahí el perfil sociológico es otro. Aparecen las plataformas de afectados por la hipoteca, la PAH o Stop Desahucios en otras ciudades y por ahí se va canalizando esa lucha. Pero quizá sí que va llegando el momento de retomar algo diferente. Quizá deberíamos pensar algo que trascienda el problema de las hipotecas o de las abuelitas. Una lucha que aúne otros perfiles por el derecho a la ciudad o el derecho al hábitat o a una vida digna.
Cómo sería Sevilla sin las luchas en las que has participado, con otras muchas, claro, pero en las que tú has tenido un papel fundamental. Cómo sería el plano de Sevilla…
No lo sé, nunca he hecho ese ejercicio, pero sería curioso plantearme ¿a qué he dedicado mi vida y para qué ha servido? He estado en unas cuantas movidas, sí. Citando a José Ignacio Aguilar (abogado y activista de muchas de estas luchas), ante una intervención muy derrotista en alguna asamblea, dijo: «los poderosos ganan muchas veces, seguramente la inmensa mayoría, pero cuando los no poderosos se unen, no torpean demasiado, persisten y se organizan medianamente bien… la mayoría de las veces ganan». Quizás alguna palabra es mía, pero esta frase me parece clave. Si la gente sale del aislamiento y curra un poquito… Solo con eso, es tal el silencio que hay, que una pequeña voz se escucha mucho.
Proyectos faraónicos tenemos unos cuantos de los que ahora atraen a muchos turistas.
El primer proyecto para la Encarnación se paró. Aunque visto lo que acabó levantándose allí, podría haber salido mejor el primero, y eso que llevaba un parking de 500 plazas que iba a incrementar el tráfico por la calle Imagen e iba a ser un caos. Aquel proyecto iba para delante, pero coincidió con un cambio de gobierno municipal y se paró para convocar un concurso público. Y ese concurso lo gana el Metropol Parasol de Jürgen Mayer, conocido por todas como Las Setas. Yo pude acceder a todos los proyectos, los 65 que se presentaron. Se preseleccionaron diez, cinco eran normalitos (una plaza, un mercado…) y otros cinco muy locos. Pues de esos cinco eligieron el más loco. Y es que Jürgen Mayer dijo: voy a poner Sevilla en el mapa.
Y es verdad que viene turismo a verlo específicamente, pero si la gente que pasa al lado supiera que ha costado 130 millones de euros, faltando tanto dinero para equipamientos, para cosas que hacen más fácil la vida a la ciudadanía… quizás se miraría con otros ojos. Y eso sin entrar en temas de paisaje urbano, patrimonio…
La inauguración se la amargamos, eso sí. A través de Barrios en Lucha organizamos un encuentro para que no le saliera totalmente gratis la «gran escultura». Hicimos la comparativa de otros gastos que pueden hacerse con ese dinero. 130 millones de euros son tres hospitales generales equipados hasta la bandera, por ejemplo. Y es verdad que eso es competencia autonómica, pero imaginaos cuantos equipamientos deportivos podrían ponerse en los barrios con ese dinero. Que por cierto, el dinero que se gastó lo hemos ido conociendo poco a poco. Por aquel entonces estaba en unos 90 millones y vamos ya por 130…
¿Las cosas solo pasan en el centro?
El centro es un sitio muy tensionado por su densidad de población, su uso, su significado urbano, patrimonial, sitio de mayor atracción turística, mayor concentración de instituciones y comercios… Hay muchas investigaciones que concluyen que la ciudad está demasiado volcada en el centro. Los barrios están muy mal equipados. El PGOU vigente desde 2006 detectó este problema y planteaba que en cada distrito debería haber un pequeño centro, una zona peatonal, comercial. Ahora bien, fue aprobarse el PGOU y estallar la burbuja. Es verdad que el PGOU preveía la construcción de 50 000 casas, existiendo entonces 40 000 vacías… que era una barbaridad, pero si hubieran podido construir, a lo mejor también hubieran hecho alguna de estas cosas.
Lo que hay es una impresionante carencia en los barrios de una mínima calidad urbana. Muchos barrios son meros aparcamientos de coches. Cuando me detectaron colesterol y me castigaron a andar, decidí ir por los barrios y empecé a ver cosas… Sitios donde la arquitectura y el urbanismo son para salir pegando voces. Coches y coches… Y así no sé cuántas periferias habrá, seguramente será el mal uso de ciertos paradigmas arquitectónicos y urbanísticos de hace ochenta años, que cuando se aplican se hace mal y tarde.
Es decir, las cosas también pasan en otros barrios, pero en el centro es más fácil por los contactos, la cercanía, por las luchas… hay más facilidad en la contestación.
Una vecina de Bellavista, ¿tú crees que está preocupada con la turistificación o con la gentrificación?
No creo que lo piense en su medio, pero la gente que está siendo echada de los barrios más centrales se están moviendo y están elevando los precios en otros barrios. Es como tirar una piedra a un estanque… la onda va a llegar. A lo mejor no de la misma manera, pero llega.
Si el centro va a ser un escaparate y cada vez más difícil y más caro, todo se irá transformando, esa gente se tendrá que ir y habrá movimientos migratorios internos.
¿Andalucía qué opciones tiene al turismo? ¿Qué alternativa tiene esta tierra al modelo productivo basado en el turismo?
La única alternativa a los monocultivos es que nuestros gestores no piensen de cuatro en cuatro años. No tienen un esquema, tiempos que requieren tiempo, acuerdos entre partidos…
Si solo tienes ese horizonte de cuatro años, eso es una planificación estratégica, potencialidades, pero eso va más allá de los mandatos, y eso aquí no lo disfrutamos. No son extraterrestres, han salido de esta sociedad, pero no… Hace tiempo que Europa dijo que la industria estaba en el norte y el sur para las vacaciones… Pero nuestras autoridades no han aprendido nada. ¿Qué se aprendió de la burbuja inmobiliaria? Nada, estamos en otra burbuja, que ahora llamamos turística, sí, pero mientras podamos ganar dinero…. Por otro lado, ¿quién hubiera dicho que Sevilla iba a ser un referente aeronáutico…? Julián Sobrino (arquitecto y experto en arquitectura industrial de Sevilla) dice que ese mito de que Andalucía nunca ha sido industrial no es verdad, la Fábrica de Vidrio fue un referente en la industrialización de Andalucía. Más tarde hubo una apuesta política por potenciar unos territorios y no otros.
Es muy arriesgado hacer depender todo del turismo, todos los huevos en un mismo cesto. El turismo representa el 13% del PIB de Andalucía y genera muchos puestos de trabajo, vale, pero muy precarios, porque esos precios competitivos ¿de dónde salen? ¿De la contención de beneficios empresariales? No creo.
Para cuándo un banco con ADN del Gómez para clonarlo.
El virus del enredo, una vez que te entra por alguna movida, ya lo tienes. Siempre ha sido un trabajo colaborativo, unos aprendemos de otras y este tipo de historias no se pueden clonar, pero pueden generar otras luchas. Cuando ayudamos a Basilio Moreno a que salvara su casa en Retiro Obrero, pues ya que estaba en la calle defendiendo su casa, aprovechó para defender la Fábrica de Vidrio. Que salgan y hagan algo por sí mismos y de paso colateralmente se beneficien otras, con la educación que tenemos individualista, es un logro. Los proyectos pioneros también sirven, una pequeña victoria te ayuda a ver que no siempre se pierde.
¿Qué come el Gómez que no pierde el optimismo?
Café.
¿Tienes previsto acabar la carrera?
No, estuve muchos años intentándolo, pero cuando llegaba noviembre ya no iba más a clase. Me entretuve demasiado, esta carrera duraba seis años, pero la media eran nueve, si te entretienes, ¡es muy fácil dejarlo…! Yo para terminar la carrera me tendría que ir a un convento y a lo mejor me quitaría las asignaturas que me quedan.
En unos días se celebra en Sevilla la Cumbre Mundial de la Industria Turística, una de las razones por las que este número de El Topo es monográfico. ¿Qué significa esto?
Bueno, primero que no hay ninguna cumbre que no tenga su anticumbre. Hace dos años empezaron a echar a amigxs del barrio, escuchamos cada vez más el tracatrá de las maletas por las calles y hasta los políticos han empezado a hablar de ello, aunque solo les preocupe la competencia desleal a los hoteles y a los pisos turísticos legales. Está de moda hablar de los problemas del turismo, aunque va muy lento. Ya han incorporado que hay que procurar que no moleste al vecindario. Esta gente se pasa el mandato estudiando y diez minutos antes de las elecciones sacan lo que sea. Por eso la anticumbre es necesaria. No significa que vaya a cambiarlo todo, pero todo lo que se hace, te lo llevas puesto. Aunque no sirviera para nada, aunque la policía no te deje llegar a la manifestación que se convoque, solo por las redes que se crean y el trabajo realizado, ya merece la pena organizarla.