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Buscarse la vida en un futuro incierto – EL TOPO
nº44 | lisergia

Buscarse la vida en un futuro incierto

Un 68% de la chavalería que asiste actualmente a los colegios de Primaria se dedicará a trabajos que todavía no existen. Los deseos de año nuevo de mejorar tu estilo de vida no van a ninguna parte. Hay que cambiar de vida, no hacerla más larga. Surgen nuevos perfiles profesionales emergentes además de la tecnología y el big data. Te descubrimos una y mil maneras de buscarse la vida en esta décadas prodigiosa que se nos avecina.

Es posible que a estas alturas ya hayas dejado de ir al gimnasio y estés llorando porque has vuelto a caer tras es el enésimo intento de dejar de fumar. Tan pronto, tus deseos para este 2021 son agua pasada, papel mojado, mortadela de Popeye caducada, lágrimas en la lluvia más allá de la puerta de Tannhäsuer; que a la puerta de Tannhäuser, madre, le tengo celos, riapitá. Las promesas que te hiciste otra vez en la noche de las uvas, está comprobadísimo, no sirven para nada. Son inútiles porque están basadas en aspectos anecdóticos, accesorios y rancios de tu vida mundana, individualista, turbocapitalista e inmoral. Así que olvídate de perder peso, dejar el alcohol o ir más al museo. Hay cosas más importantes que cambiar.

Los gurús de la economía neoliberal que nos gobiernan dicen que un 68% del actual alumnado de Primaria se dedicarán a trabajos que todavía no existen. Analistas de datos líquidos, programación de inteligencia artificial, domadorxs de monos de la NASA, consultoría del management del apocalipsis y un largo etcétera. Eso es lo que la economía pide pero sabemos que, bajo la realidad de la España productiva, está la economía sumergida que a tantas familias mantiene. Lo que debemos empezar a pensar es en cómo ganarnos la vida. Si no te ganas la vida de alguna manera, la pierdes y luego te tienes que poner a buscártela de un modo, digamos, más posmoderno. Con nuestro afán solidario, de ayuda mutua y cariño a la humanidad, hemos reunido a un focus group de mentes brillantes y gran expertise que desdibuja las predicciones y se sincera con la realidad. De ahí estos breves apuntes sobre quehaceres y variantes para no morirte de hambre en esta década ominosa y pandémica.

1. Rompe tu hucha y cómprate un campo. Grande. Hectáreas. Con ganado, gallinas y estiércol. Mucho estiércol para que tus tomates crezcan sanos, gordos y apetitosos. Si tiene casa con paredes y techo, mejor. Si no, bien puede servirte la tienda de campaña que usaste para ir a los Caños en 2003 y al Viñarock del año siguiente, en aquellas ediciones en las que se conservaba la dignidad y se apedreaba a Ramoncín. Si no tienes hucha que romper, pídele prestado a tus vecinas. Diles que se lo devolverás con intereses cuando coseches los tomates y sepas transportar los huevos de tus gallinas con garantías. Nunca pidas prestado a un banco. Esa no es forma de ganarse la vida. Si tus seres queridos no te prestan dinero, recurre a tu mejor amigo: el chantaje y la extorsión.

2. Si eres de los que quiere un mejor futuro para ciudades habitables en lugar de huir a una ecoaldea, o simplemente no te gusta el campo (por las lombrices y las avispas), acércate al partido político que mejor sombra te cobije. Hazles carantoñas, fabrica memes en sintonía, lávales los trapos sucios y tararea sus sintonías de campaña. Ponte el pin con el logo oficial en la solapa. Haz carrera política como se ha hecho siempre en Andalucía, sacándote de una vez el carnet del PSOE, pardiez.

3. Si no quieres perder la dignidad en un partido político, ponte a propagar bulos y monetízalos. Sácale rentabilidad a tus pamplinas mientras convences al vulgo de tu supuesta gran sabiduría. En la misma línea, puedes convertirte en un bot amanuense. ¿Sabías que hay máquinas que escupen miles de tuits, cuentas falsas en redes sociales que van solas soltando likes a mansalva en función del algoritmo que les ha programado para comunicarse con otros bots hermanos. La programación, el big data y los servidores con petabytes no están al alcance de cualquiera. Pero todo es ponerse y ser constante. Con paciencia y dedos de prestidigitador tú también puedes conseguirlo en jornadas laborales de 23 horas con 15 minutos para el bocadillo

4. Evocador de tradiciones extintas o en peligro de extinción. ¿A qué huele el puchero en un mundo de productos ultraprocesadosy esferificaciones? A gloria. Serán pocos los que lo recuerden en 15 o 20 años. Llegará un momento en el que nadie rememore cómo era sentir la brisa en las marismas de un Doñana sin privatizar, bañarse en las playas de Bolonia antes de gran tsunami purificador o pasear por la ribera de los ríos sin lluvia ácida ni radiación nuclear. Allí estarás para contarlo a cambio de unas monedas.

5. Conviértete en turista fake. Ahora que la crisis planetaria amenaza con hundir el turismo, úntate de crema solar, camina por las calles con sandalias y calcetines y chapurrea expresiones altisonantes en un idioma desconocido mirando un mapa. Hazte fotos con gente autóctona a cambio de la voluntad. Cóbrale a la de la oficina de turismo por cada encuesta que rellenes. Es fácil. Se te rifarán en los bares y en las catedrales. Para que las iglesias sigan cobrando ayudas para conservación del patrimonio necesitan de turistas, aunque sean figurantes.

6. Inscríbete ya en una bolsa de conejillos de indias. Siempre hay compañías farmacéuticas, tiendas de ropa, drogas emergentes, fábricas de videojuegos, vibradores ultrasónicos o zapatófonos que necesitan de tu predisposición para probar las cosas del futuro. Suena a broma, pero «probadorx de cosas» es una profesión que ya existe.

7. Monta una asesoría para la búsqueda de subvenciones, ayudas y otros trámites burocráticos para buscarse la vida. Hazle la vida más fácil a gente como tú. Gestiona el acceso y las solicitudes, le das a enviar en formato pdf, imprimes el justificante y luego le pasas una factura o tu número de cuenta (si lo haces en negro, nunca, nunca, des tu número de cuenta). Abstente de instalar certificados digitales: no merece la pena quebrarse la cabeza y arriesgarse a invertir siete años de tu tiempo ante una pantalla que da error. Es como la web de Renfe pero peor.

8. Conviértete en milenarista postmoderno (es el fin, pero tampoco es pa tanto). Relativiza tus augurios y rentabiliza tu saber profético. Ofrece sermones sobre creencias emergentes en una esquina de la calle Sierpes con ofertas especiales para grupos reducidos. Ponte un crucifijo de seis puntas con media luna de fondo y habla de la próxima apertura de un perfil de Cristo, parido por Dios y un algoritmo sin mancillar, en las redes sociales del momento. La gente no se da cuenta de que ya hubo, hay y habrá otros fines del mundo mucho más interesantes y oscuros que el rollo este tan cansino del covid. Y aquí estás tú para ilustrarnos con tus conocimientos… Eres un portavoz cualificado del fin de los días, un gourmet del apocalipsis.

9. Existen más perfiles profesionales en cierne, que solo necesitan a alguien como tú para materializarse por primera vez. Prepárate para preparar a preparadorxs de preparacionistas. Nunca preparar fue tan preponderante e hiperimpronunciable. Abre una tienda y llámala Sgt. Prepper antes que nadie. También puede ser camello de la Silk Road 3.0, el gran supermercado de la drogaína en la deep web: papelinas fiadas con excelente corte de caliche en su propio domicilio. Para amantes del deporte de aventura, coge fuerza convertirse en cobrador de seguros de accidentes. Es un clásico. Ponte en un paso de peatones, agazápate bien y lánzate por sorpresa a estamparte contra el capó de los coches más caros. Serás unx suicida, pero tendrás todo nuestro reconocimiento por tu lucha contra el capitalismo de alta gama.

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