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Viaje desde el centro de la mierda – EL TOPO
nº26 | está pasando

Viaje desde el centro de la mierda

Aquí control en tierra
a comandante Tom,
Ha cumplido con creces las expectativas,
y los periódicos quieren saber
qué marca de camisetas lleva.
Ahora es momento de abandonar la cápsula,
si se atreve.

(Space Oddity – David Bowie)

No me faltan indicios para decir, sin ánimo de ser pretencioso, que la vida me sonríe, bastante. Soy hombre, blanco, hetero, de «mediana edad», con estudios superiores, soltero, sin criaturas, independiente, sin hipoteca, codueño de mi propia empresa y profesor asociado en la universidad. Mis grupitos de música, mi coche, mi moto, mi uno ochenta, una confortable excedencia en una gran multinacional y copropietario, además, de este excelente experimento comunicativo que es El Topo.

Pero además soy una persona muy comprometida. Mucho. Tras la lectura en profundidad de Virginie Despentes este verano, y habiendo seguido con interés y náuseas todos los casos de violaciones, abusos y acoso sexual que han ido inundando tanto medios como redes sociales los últimos meses, fui sintiendo la necesidad de que abordáramos la llamada «cultura de la violación» desde esta publicación.

No sé si he mencionado entre mis virtudes que en ocasiones soy algo temerario y bastante inconsciente, además de un experto diseñador de teorías intelectualoides aplicables al resto de la humanidad que tienen como virtud por lo general el dejarme fuera de cualquier problemática que me haga sentir incómodo. Digamos que se me da bien buscar excusas perfectamente razonadas para pasar de puntillas por las situaciones que me superan o que me comprometen.

Y llegó el día de la asamblea de nuestro consejo editor. Con estas inmejorables credenciales, allí que me presento con la firme intención de proponer el mencionado artículo a mis compañeras y escribirlo a cuatro manos con otro compañero. Comenzamos a abordar la temática de la sección «Está pasando» durante nuestra asamblea bimestral: «dado el tratamiento informativo que algunos medios están dando a los últimos casos de violaciones machistas, la construcción masiva de justificaciones para los violadores, las veladas acusaciones hacia las mujeres que las sufren, los linchamientos y juicios sumarísimos en las RRSS, a JL y a mí nos apetecería reflexionar y escribir sobre el tema», comparto con mis compañeras. Un, dos, tres segundos de silencio. Chirrido de puerta, cruje el misterio. Percibo (gran verbo que me es taaan ajeno) cierta incomodidad ¡Joder que frío hace en esta nave!

Se rompe el silencio, algunas compañeras comparten tener sentimientos enfrentados ante la propuesta. Por un lado existe interés por conocer cómo vivimos y nos enfrentamos a estas situaciones desde nuestra posición de hombres. Por otro se verbaliza la incomodidad de que seamos precisamente dos tíos quienes lo abordemos. Es pertinente decir que ese día la asamblea estaba formada, salvándome a mí, exclusivamente por mujeres. Tras un breve debate desde el más absoluto respeto, se acuerda darnos la oportunidad de tratarlo.

No sé si he dicho que soy un ser muy afortunado, creo que sí. Pero lo que me hace verdaderamente un tipo con suerte es el hecho de compartir espacios profesionales, políticos y privados con personas, principalmente mujeres, otra vez, que me permiten pensar en colectivo y que zarandean mi conciencia alejándome a menudo de mi tendencia natural a la autocomplacencia. Ya durante la sagrada cervecita postreunión llegan las primeras señales de control en tierra (mi familia topera) a Major Tom. «Está bien que tratéis el tema, pero el problema no es el tema, es el desde dónde lo abordéis. Si no vais a hablar desde lo personal, desde cómo tú, Major Tom, ejerces poder en tus relaciones con tus compañeras, será difícil que construyáis algo que verdaderamente aporte e incluso que no sea ofensivo.» «¿Pero a ti, Major Tom, qué es lo que te lleva a escribir sobre la violación?¿dónde te colocas tú al respecto?» Algo en los circuitos de recepción de mi nave de hojalata empezaba a oler a chamusquina.

Aquel día supuso una suerte de ignición. Plataforma de lanzamiento, motores encendidos, cuenta atrás y directo al espacio sideral. Inmersión en una suerte de cosmos donde compartir con mis compañeras desde lugares desconocidos para mí. Y en el cosmos hay vacío, silencio y frío. En esas condiciones el decodificador de mi nave se ha mostrado bastante disfuncional. Hasta el punto de tocar fondo, de querer callar. Bloqueo absoluto, ¡estoy perdido! ¿Puede oírnos Major Tom?

Parece ser que, para cierta psicología, más que perdido podría estar atravesando lo que llaman «depresión postmasculinidades» ¿Cómo puedo yo sufrir tanta ceguera? ¿Cómo he podido no asumir que esto tiene que ver con lo más profundo de mi ser? ¿Cómo es posible que siendo tan listo no me entienda con mis compañeras? ¿Cómo que no soy un aliado de esta lucha? ¿Pero entonces dónde me coloco? ¿Me coloco? Baño de humildad. Mi pastilla de aprehender como yo, hombre, tomando la palabra y ocupando espacio para hablar de agresiones y violencia de género, carezco de ningún significado político, estaba lista para la ingesta. Porque nunca me han agredido, ni me han acosado, ni he sentido miedo por ser hombre, ni un sinfín de cuestiones que no vemos desde este lado y que son efecto del sexismo. Sexismo que perpetúo cuando pretendo discutir sobre aquello que ignoro. Arrogancia. Juicios arbitrarios desde opiniones imprudentes. Subestimar. Cuestionar. Sexismo.

Mi viaje ha comenzado. Ya no hay vuelta atrás. Reconocerme como parte del problema, escuchar con humildad, callarme más, aprender y dar significado a lo aprendido en mi cotidianidad, sentir y compartir lo sentido, darme la oportunidad de cambiar y dejar hacer, dejar hacer, dejar hacer. Rumbo hacia mi propia deconstrucción de género. Con aceptación y sin dramatismo. Sin miedo al estar perdido y rencontrarse. Disfrutando de un camino que probablemente me ocupe toda una vida y quizás me haga menos portador de machismo en vena y algo más consciente del mismo. Y a lo largo de este camino, os quiero cerca compañeras.

And I’m floating in a most peculiar way
And the stars look very different today

(Space Oddity – David Bowie)

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