Los gobiernos de la Unión Europea y EE. UU. están negociando en secreto un peligroso tratado transatlántico de comercio e inversiones. Una nueva ofensiva que se suma a las agresiones de la troika y a los programas de ajuste neoliberal implementados desde el estallido de la crisis financiera en 2008. ¿El resultado? Más de cinco años de rescates bancarios, endeudamiento ilegítimo, recortes sociales, privatizaciones y el aumento del desempleo, la precariedad y la pobreza. La banca, la industria financiera y las corporaciones transnacionales de las dos orillas noratlánticas trabajan mano a mano con el poder político en Bruselas y Washington para imponer sus macabros planes. Mientras tanto, organizaciones sociales de ambas regiones se coordinan para descarrilar las negociaciones.
Desde julio de 2013, la Unión Europea y Estados Unidos negocian a espaldas de la población una «Asociación Transatlántica de Comercio e Inversión» (TTIP, por sus siglas en inglés). Un tratado que pretende constituir una «zona de libre comercio» entre los dos bloques económicos que todavía representan la mayor relación comercial, económica y financiera integrada del mundo. De hecho, esta relación representa un tercio de los flujos comerciales y la mitad del Producto Interno Bruto del mundo: un 47%.
Los mercados de la UE y los EE. UU. ya están profundamente integrados, es decir, los propios gobiernos garantizan la libre circulación de capitales, bienes y servicios. Esto se traduce en una media de intercambios de bienes y servicios diarios que asciende a 2000 millones de euros y flujos de capital que alcanzaron en 2011 un total de 2,4 billones de euros. Parece, por tanto, que la maquinaria capitalista funciona a pleno rendimiento, ¿por qué se negocia entonces este tratado?
El Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones es un extenso ajuste legislativo y un nuevo ataque neoliberal contra los derechos sociales y laborales de la población y contra cualquier aspiración de justicia social y cambios políticos y democráticos.
Rapidez bajo cuerda
Las negociaciones entre la Comisión Europea y los funcionarios estadounidenses transcurren bajo cuerda y con gran rapidez para que los detalles no trasciendan a la opinión pública y no se conozca la verdadera amenaza que supone el TTIP. Entre enero de 2012 y abril de 2013 del total de las 560 reuniones de negociación entre la UE y Estados Unidos, 520 (92%) han sido con representantes del lobby corporativo y solo 26 (4%) con organizaciones que representan el interés público.
Los datos anteriores evidencian que el objetivo de este tratado es eliminar las «barreras» que limitan los beneficios del gran capital a ambos lados del Atlántico. Estas son: los salarios de la clase trabajadora y las normativas en materia de salud pública, medioambiente, derechos laborales y seguridad alimentaria. Además de su programa desregulador, el TTIP también pretende crear nuevos mercados abriendo el sector de los servicios públicos y la contratación pública a empresas transnacionales, lo que podría provocar nuevas olas de privatizaciones en sectores clave como la sanidad o la educación.
La economía en la eurozona está otra vez en recesión y la tasa de desempleo es muy alta. Según la OCDE, hasta 2015 el 90% del crecimiento mundial se generará fuera de Europa, y un tercio solo en China. Informes como Global Trends 2030 del Consejo Nacional de Inteligencia, confirman que EE. UU. y la UE están siendo desplazados por Asia como «mayor exportador» y «mayor proveedor de inversión extranjera directa».
Falsas promesas sobre la creación de empleo con el tratado UE-EE. UU.
La Comisión Europea y el Gobierno español pronostican creación de empleo y beneficios económicos. Las hipótesis más optimistas hablan de un incremento insignificante del Producto Interior Bruto de la UE en un 0,5% hasta 2027 (un 0,036% anual)1. En el caso del Estado español, estas cifras son replicadas por el secretario de Estado de Comercio, Jaime García-Legaz, que pronosticaba un beneficio económico de 545 euros para cada familia. Lo que no mencionaba el secretario de Comercio es que el mismo estudio del CEPR2 también proporciona una cifra de 45 euros (la estimación pesimista). Por lo que, si se tiene en cuenta la inflación, las familias perderían más en estos diez años de lo que ganarían.
Respecto al empleo, García-Legaz tampoco contrasta las cifras y promete la creación de 143 000 trabajos y un aumento de la renta per cápita en un 6,6% tras la firma del tratado.
Sin embargo, diferentes estudios alertan sobre la imprecisión de estas afirmaciones. El Gobierno español no menciona que se estima que los cambios provocados por la firma del tratado tardarían en ver la luz entre 10 y 20 años. Tampoco se miden los impactos de la crisis ambiental, el enorme aumento de los precios energéticos y sus repercusiones sobre la economía, previstas para las próximas décadas.
La liberalización del comercio en la UE no es un asunto nuevo. Las cifras muestran cómo los tratados firmados en los últimos 30 años han provocado «despidos a gran escala» en terceros países y en la propia UE, así como el empeoramiento de las condiciones de empleo y la pérdida de derechos laborales. Respecto a la pérdida de puestos de trabajo, incluso la propia Comisión Europea ha reconocido que es probable que el TTIP provoque perjuicios «prolongados y considerables» para las personas trabajadoras en Europa, ya que el tratado comercial fomentará que las empresas se abastezcan de productos y servicios en Estados Unidos donde las normativas laborales son menos exigentes y los derechos sindicales simplemente no existen.
Según los propios estudios encargados por la Comisión Europea, podría producirse una deslocalización y una pérdida de empleos, sobre todo en aquellos sectores industriales que están en desventaja frente a EE. UU.: ganadería, producción de fertilizantes, equipos de transporte y el sector del metal, así como en los sectores primarios, como la madera y productos de papel, los servicios a empresas y de comunicación.
Pero el empleo no es el único sector afectado. Entre los muchos temas que se negocian en el tratado transatlántico están también la agricultura y la alimentación. Una mirada atenta sobre las demandas del gran capital, nos revela que la industria de los agronegocios parece haber encontrado el instrumento perfecto para demoler las regulaciones existentes y futuras en la alimentación, abriendo la puerta a los alimentos transgénicos y tratados con agrotóxicos. Además, unos documentos recientemente filtrados a través de eldiario.es y el periódico Diagonal han revelado que también podrían liberalizarse sectores como el saneamiento de aguas, mutuas, servicios sociales y los asociados a la sanidad o la educación.
Las respuestas se articulan
Varios sectores de la sociedad —organizaciones de consumidores, grupos ecologistas y feministas, sindicatos y asociaciones del ámbito de los derechos humanos, la cultura libre o el comercio justo— llevan ya un año movilizándose para confrontar lo que consideran una vuelta de tuerca en el aumento del poder de las grandes empresas. Hay campañas tanto en varios países de la UE como en EE. UU.
En el Estado español, más de 70 organizaciones han puesto en marcha la campaña «No al Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones» (#NoalTTIP) para crear conciencia sobre los «peligros» para los servicios públicos, los derechos laborales, el derecho a la vivienda, la soberanía alimentaria, la cultura libre, entre otras luchas sociales, demandando la suspensión inmediata de las negociaciones del TTIP.
El próximo 11 de octubre se celebrará el día de Acción Europea contra TTIP, CETA3 y TiSA, así como contra la fractura hidráulica (Global Frackdown). Será una oportunidad para dar a conocer la Iniciativa Ciudadana Europea contra TTIP y CETA que pretende recoger millones de firmas para obligar a la Unión Europea a no ratificar el CETA y retirar el mandato para negociar el TTIP4. Invitamos a asambleas, colectivos y plataformas locales a participar en es día de acción descentralizado.
1 Reducing Transatlantic Barriers to Trade and Investment: An Economic Assessment, London: Centre for Economic Policy Research, March 2013.
2 Center for Economic Policy Research (CEPR).
3 Tratado Comercial UE-Canadá.
4 Más información sobre estas iniciativas en: