Durante las vanguardias artísticas (hace más de un siglo), el arte ha pivotado entre una sumisión más o menos voluntaria a los imperativos del mercado y el anhelo revolucionario. En cada época se ha pretendido superar los contornos pactados para el arte y actuar en la «realidad » para transformarla. Ahora, cuando los grandes proyectos de vanguardia se han desdibujado en el ocaso de las grandes ideologías emancipadoras, proyectos artísticos de diferente envergadura pretenden actuar desde la micropolítica. Conversamos para El Topo con Núria Güell, artista visual y promotora cultural interesada en el análisis de las instituciones de poder, y cuya práctica es un desafío constante a los límites establecidos por la institución «arte».
El Topo: ¿Cómo ves el panorama actual del arte contemporáneo?
Núria Güell: Entre que vivo en un pueblo, la cantidad de trabajo que me autoimpongo y las continuas urgencias activistas, mi aproximación a lo artístico es más desde la teoría, y esto no me permite hacer una valoración del panorama actual. Lanzándome a la piscina, diría que actualmente hay más artistas politizadas o preocupadas por cuestiones sociales y políticas que antes del 15M.
ET: En tu caso, frente a un arte basado en la representación de mundos apuestas por trabajar con la realidad, es quizás tu forma de manifestar esta sensibilidad política…
NG: Todos los proyectos nacen de una voluntad militante. Los veo como «historias de vida con posibilidades semánticas» o algo así, jeje. Me interesa trabajar con la realidad, con la vida, porque está más que claro que a través de ella se ejerce el dominio. Por este motivo también, la vida es el campo de batalla. Y la vida no es la representación de nada, la vida es la acción.
ET: Uno de los problemas que observo es el de los discursos que se trasladan a la sociedad. Desde mi punto de vista, se hace muy poco por cuestionar los modos de producción y exhibición actuales, incluso la mayoría de las exposiciones sobre «arte político» no hacen otra cosa que ofrecer productos con esa etiqueta para el mercado del arte…
NG: Es un tema que me preocupa. Muchas veces, con mi compañero Levi Orta, lo discutimos en el mismo sentido que indicas: hay mucho «arte político» que es súper condescendiente. Una cosa es usar referencias políticas y otra crear situaciones políticas. Este también es un tema que viene desde las vanguardias. ¡Retomemos a Benjamin! Y a Tania Bruguera, que ya en el 2008 en La Habana, cuando fui su alumna, insistía en la necesidad de repensar la institución. Creo que urge muchísimo, estamos siendo súper cómodas para la institución a la vez que menospreciamos el potencial que tiene y que podemos usar a nuestro favor. En una nota aclaratoria sobre el último proyecto que he realizado en el Macba, Negro sobre Blanco, aclaraba que mi interés reside en usar ciertos privilegios concedidos a las artistas para usar toda la maquinaria institucional en función de unos objetivos que trascienden sus muros.
ET: Trascender la institución «arte» para cuestionar al resto de instituciones que nos gobiernan. Por ejemplo, en Aplicación Legal Desplazada #3 F.I.E.S trabajaste con presos sometidos a aislamiento. ¿De qué forma se desarrolló el proyecto?
NG: Envié una convocatoria a presos sometidos al régimen FIES-1, invitándoles a redactar un «poema, dibujo o pequeña narración » a modo de «hoja de reclamación». Me empezaron a llegar cartas y muchas denuncias de maltratos de más de 80 presos de todo el Estado. Lo que más me impactaba de sus testimonios era la tortura institucional sistemática a la que se ven sometidos.
Una vez tuve todos los testimonios, cada día enviaba de forma anónima uno de estos poemas, cartas o dibujos a Francisco Caamaño, ministro de Justicia socialista que legalizó el FIES después de que el Tribunal Supremo lo declarará «nulo de pleno derecho». Obtuve la dirección de su casa de descanso contratando a un investigador.
Paralelamente, entregué paquetes personalizados con copia del material recibido de los FIES-1 a los periodistas responsables de la sección de justicia de los medios oficiales, invitándoles a una rueda de prensa junto a Amadeu Casellas (ex-FIES) y a un especialista en tortura institucional. Casi ningún medio oficialista vino.
Con todo el material recopilado hice la web http://www.acvic.org/fies/. El objetivo que se ha cumplido ha sido, sobre todo, que haya más gente consciente de cómo actúa el brazo represor del Estado.
ET: El tema de la inmigración es quizás uno de los más presentes en tus acciones. Antes mencionabas el proyecto Negro sobre Blanco. ¿Puedes comentarnos en qué ha consistido?
NG: En julio de 2013, la Generalitat de Catalunya desplegó un macrodispositivo policial para desalojar a las 300 personas migrantes de las naves de Poblenou, propiedad de la familia multimillonaria Iglesias Baciana que, paradójicamente, son los patrones de una fundación de ayuda a los pobres de los países africanos. Los exresidentes de las naves, antes del desalojo, pactaron con el Ayuntamiento una serie de acuerdos que no se han cumplido. Desde 2002, están intentando constituirse como cooperativa para poder trabajar dignamente y, si no se había logrado antes, fue sido por el racismo institucional. Entonces, cuando el Macba me contactó para realizar un proyecto, enseguida pensé en Negro sobre Blanco, que ha consistido en crear, con la complicidad de los migrantes desalojados, el marco legal que les permite trabajar y autoemplearse: la Cooperativa Ca l’Àfrica. Como parte del proyecto, pedí al Macba que fuera el primero de sus clientes: los ha contratado con contrato de trabajo (importante) para que realicen actividades relacionadas con la exposición La realidad invocable, como por ejemplo el catering, el guardarropa y las visitas guiadas al museo en varios idiomas.
De este proyecto me interesa el potencial como herramienta legal que permite legalizar a quienes la ley ilegaliza.
*Puedes conocer más sobre el trabajo de Núria Güell y descargar material de sus proyectos en: http://www.nuriaguell.net/