De madre gallega y padre sirio, Leila Nachawati Rego es una de las voces que logra aportar algo de luz sobre el conflicto sirio, del cual asegura que no ha venido de la nada y advierte, a quien hoy pretenda entenderlo, que le falta un contexto de cincuenta años. Es especialista en comunicación y derechos humanos en Oriente Medio y norte de África, y profesora de Comunicación en la Universidad Carlos III de Madrid.
ET: El discurso de parte de la izquierda en occidente parece haberse quedado anclado en el «no a la guerra de Irak». Olvidamos que el pueblo sirio también tiene voz y su historia no depende de las reacciones de occidente exclusivamente. ¿Cómo podemos hacernos una idea global del conflicto sin mirar solamente desde aquí?
LN: La población española, en general europea y buena parte de la población mundial está muy traumatizada por la guerra de Irak. Hay un justificado grito de «no en nuestro nombre» con el que cualquiera podemos empatizar. Además, la ocupación estadounidense de Irak destruyó el país y es, entre otras cosas, una de las responsables del surgimiento de Daesh. Es decir, los desastres que ha generado esa ocupación han sido incalculables, es normal que haya un trauma como sociedad que se acentúa porque se tomaron muchas decisiones sin el acuerdo de la ciudadanía.
Otra cuestión es que se instrumentalice ese «no a la guerra» por ciertos sectores que solo reaccionan cuando se trata de potencias occidentales. En la cuestión siria no hay solo implicados como Francia, Inglaterra o EE. UU. Yo entiendo que nos importe como occidentales qué tipo de intervenciones o injerencias se hacen en nuestro nombre, pero es muy iluso pensar o reaccionar como si la guerra hubiese empezado ahora, como si los bombardeos de Francia sobre Raqqa cambiasen algo, cuando la realidad es que ya ha habido cinco años de masacres, de un gobierno reprimiendo a su propia población. Lo que no es legítimo es condenar solo los ataques de ciertas potencias y hacer la vista gorda cuando se trata de otras, ahí es donde buena parte de la izquierda sigue en ese esquema de Guerra Fría. En vez de pensar que tanto EE. UU. como Rusia son potencias imperiales, igual que lo son Arabia Saudí e Irán, cada una con sus propios intereses que no son los del pueblo sirio, se establecen estas dicotomías de si no estás conmigo estás contra mí. Una no tiene que elegir entre un imperio y otro, sino que debe posicionarse con la población. Qué ocurre, que no sabemos quién es esa población, no escuchamos a la población siria, nos quedamos atrapadas en esa dicotomía geoestratégica.
ET: Actualmente, en ciudades sirias como Raqqa, la comunicación con la población civil es casi imposible. Toda la zona está aislada y no hay red de telefonía móvil desde hace casi dos años. Hace unos meses, Daesh prohibió los servidores de internet por satélite. ¿Cómo ha evolucionado en estos últimos años el periodismo ciudadano en Siria?
Es muy interesante el caso concreto de Raqqa porque fue una de las primeras zonas que se liberó del gobierno de Asad, una dictadura de 40 o 50 años que por desgracia solo lxs sirixs conocen hasta qué punto era un Estado del terror orwelliano. Fue una de las primeras zonas que consiguió independizarse del gobierno de Asad y durante unos meses se vivió un periodo de florecimiento cultural, intelectual y artístico. Las paredes se llenaron de grafitis, el periodismo ciudadano comenzó a contar lo que estaba ocurriendo dentro del país ya que los periodistas extranjeros cada vez tenían más difícil el acceso a Siria. Hubo una especie de experimentación con la autogestión, con el autogobierno, en esos meses en los que Raqqa se convirtió en un experimento de lo que podía ser la Siria libre, la Siria de la diversidad, pero sin Asad, sin dictadura. Entonces llego Daesh, se infiltró, quitó todas las banderas de colores y puso la bandera negra de Al Qaeda primero y la de ISIS después, fue una revolución secuestrada. Todo el hueco que iba dejando el régimen al irse y donde los activistas querían construir un modelo de autogestión de futura Siria lo fue ocupando ISIS. Se llevó a doce de esos periodistas ciudadanos que estaban contando lo que pasaba y en una ejecución sumaria los mató a todos, a las mujeres les prohibieron vestirse si no era con la cobertura completamente negra, no se puede cantar, no se puede ir a cibercafés a menos que estén muy controlados por ISIS, o sea, no se puede vivir. Ni siquiera se puede rezar porque, como decía un amigo mío, hasta la gente más conservadora y más religiosa ha tenido que volver a aprender a rezar según sus nuevos mandatos.
Cuando hablamos ahora de Raqqa como la capital o el feudo de ISIS a veces visibilizamos eso y nos olvidamos de que allí hay mucha gente secuestrada. Hay gente todavía que sigue arriesgando su vida para contar desde dentro cómo se vive bajo la ocupación. La ocupación del Daesh es la otra cara de la moneda de la ocupación del régimen. Uno es un fascismo de rostro laico y otro es un fascismo de rostro barbudo, ninguno permite que la población elija su propio destino.
ET: El miedo, el rechazo o el racismo están latentes en nuestra sociedad. La islamofobia se retroalimenta con la situación de muchos jóvenes occidentales que se unen a las filas de ISIS. ¿Qué estrategias sería conveniente adoptar para que esto no se propague tan fácilmente, para revertir los discursos del miedo?
Por un lado, contra ISIS es obvio que la estrategia tiene que incluir algún componente militar, tampoco vamos a ser ilusas y pensar que vamos a sentarlos en un congreso de paz a ver qué opinan; son psicópatas nihilistas que buscan la destrucción del otro, no te sientes a negociar nada con ellos. Pero es cierto que una solución solo militar tampoco sirve para nada. Se necesita una solución mucho más amplia a medio y largo plazo que pase por muchas cuestiones, algunas en origen, es decir que partan del lugar donde surgen los conflictos. ISIS surgió en Irak a partir de la ocupación estadounidense, es un hijo de esa ocupación y es un hijo de la impunidad desatada por Asad en Siria. Solo construyendo gobiernos fuertes y democráticos se encontrará una solución. Esto no es buenista, es realista; solo creando una estabilidad en estos gobiernos dejará de existir esa impunidad que hace que la gente se lance en los brazos de ISIS porque no les dan ninguna otra alternativa. Pero si hay un proceso transicional con el que de alguna manera salgamos de esta fase de masacres diarias contra la población civil, pues ya estaremos en otra fase de la que será más fácil salir del horror.
Es obvio que no vamos a erradicar una ideología que se alimenta del odio, de la discriminación, de la marginalidad y de la impunidad bombardeando casetos semiderruidos en Siria cuando ya los tenemos aquí.
ET: Te consideras activista digital. ¿De qué manera las nuevas tecnologías de la información se pueden transformar en herramientas útiles para comenzar a contar de forma diferente?
Yo creo que escuchando. Internet permite mucha más escucha de la que teníamos hasta hace unos años, cuando necesitábamos intermediarios. Ahora mismo si quieres saber lo que está pasando en Siria y oír a su gente tienes la oportunidad, hace 20 años era imposible. Aun así, es importante tener criterio y formación. Se lo digo a mis alumnos y alumnas de Comunicación, que hagan sus propias redes de confianza. Creo que la labor de lxs periodistas debe ser cada vez más la de curación de contenidos, debemos saber verificar todo ese magma de contenidos que hay en el océano de internet y conocer las herramientas para ello. Hoy en día, hay periódicos que publican fotos que no pertenecen a los contextos de la noticia y ni siquiera conocen las herramientas para verificarlas. También es muy importante que haya gente que sepa subtitular, traducir, que tenga contacto en distintas zonas para que puedan contrastar la información. El trabajo de desgranar los contenidos es muy importante porque las que están dentro del conflicto nos facilitan mucha información y el hecho de que nosotras no sepamos o podamos verificarla no puede implicar que se ignore. Toda esa gente que hace de puente, que entiende las claves de la región, que se interesa y se hace experta, será cada vez más necesaria y más útil porque hay demasiada información, estamos intoxicadas y hace falta ponerla en contexto.
ET: Se preguntaba Andy Carvin si la línea entre mostrar o no imágenes gráficas, entre dar o no visibilidad a crímenes que merecen no caer en el olvido, existe todavía. ¿Sigue significando algo esa línea?
Se produce una cosa muy preocupante que es la comoditización de la violencia, que es que tú estás viendo una foto de un plato de espaguetis que ha compartido tu hermana y al día siguiente o en el mismo timeline ves a un niño descabezado. Creo que eso nos está acostumbrando a normalizar algo que no es normal, a consumir imágenes altamente terribles que yo nunca compartiría si no es con muchísimo contexto, con trasfondo y al final de un análisis.
ET: Los medios generalistas presentan a las personas refugiadas como gente sin historia, sin pasado, sin voz y sin espíritu de lucha, la noticia está hecha más a nuestra medida. ¿Por qué crees que ocurre esto?
Cuando un fenómeno se repite demasiadas veces, se normaliza. Por ejemplo, nos llamó mucho la atención el niño Aylan ahogado en la orilla, pero es que a mí todos los días me llegan imágenes de niños y niñas naufragados. Se ha convertido en algo normalizado y ya no nos escandaliza. Estamos en una sociedad en la que la información es un producto, entonces se agota y queremos otra cosa. Yo recuerdo que con las revoluciones árabes queríamos otra y otra y después a nadie le interesa qué pasó con Libia, qué pasó con Yemen, no hay un seguimiento, interesa la inmediatez.
Yo apelo sobre todo a la cuestión de que lxs refugiadxs no son solo víctimas, son sujetos políticos también. Tendemos a privarlxs de agencia, hablamos de ellxs en tercera persona como si no estuvieran ya aquí y no formasen parte de nuestra realidad sociopolítica, como si no fuesen voces. Por ejemplo, todavía seguimos diciendo que huyen de ISIS cuando el 90% huyen de las bombas de barril de Asad.
¿Cómo es que tenemos refugiadxs llegando a diario a Europa y todavía no hemos escuchado en los medios generalistas que están huyendo de Asad, con quien todavía estamos estableciendo dialogo político? ¿Qué está fallando? Pues que los observamos desde la condescendencia como víctimas pasivas, en el mejor de los casos con compasión, en el peor, con rechazo, pero nunca de tú a tú como sujetos políticos.
ET: Una de las cosas más preocupantes en Siria son las miles de detenciones y desapariciones forzosas de periodistas, activistas y defensorxs de los derechos humanos. En el contexto actual, con el país destruido, hay quien se pregunta si tiene sentido seguir hablando de libertad de expresión.
Sí, pero lo es, lo es. La libertad de expresión es la madre de todas las libertades. Si no tienes eso, no tienes nada, no estás viva. Hay que honrar eso porque fue por lo que los sirios y las sirias salieron a las calles. Es decir, en Siria se podía vivir bien si no te metías en nada, como decían aquí con Franco. Hay gente que aun describe esa época con placidez y también hay gente que ahora mismo tiene nostalgia de esos tiempos tranquilos en Siria. Incluso yo a veces pienso, ojalá no hubiera pasado porque por lo menos mi país estaba entero y ahora no existe. Pero es que en realidad es imposible volver atrás cuando las personas rompen el muro de la represión y la censura, querían expresarse, querían hablar. Existía un terror tan tremendo que es que hasta tus propios pensamientos eran controlados. Yo recuerdo una amiga que me contaba que se había despertado de un sueño con sudores fríos porque había soñado cosas que no podía pensar y temía que supieran lo que había soñado, es decir, si esto no es 1984 es que no es nada.
Uno de mis mejores amigos se llama Bassel Jartabil, es desarrollador de software, estuvo detenido en una cárcel de Asad y desde hace 4 meses no sabemos nada de él. Hay riesgo de que lo hayan ejecutado, de que lo vayan a ejecutar, no sabemos nada de él. Y es uno de los líderes de la cultura libre en internet en la región del mundo árabe. Es el líder de Creative Commons Siria y estaba trabajando, antes de que se lo llevaran, en unas maquetas de la ciudad de Palmira, un lugar que ISIS está destruyendo por completo. Hacía fotografías para construir unas maquetas 3D para que no se perdiese la memoria de lo que era Palmira, para que si en algún momento se realiza una reconstrucción de Palmira, cada esquina de ese lugar maravilloso estuviera documentada. Ese trabajo que estaba haciendo Bassel es tan importante que te demuestra hasta qué punto tanto para Asad como para Daesh el enemigo es ese, entre ellos son la némesis, se complementan, se retroalimentan, porque uno justifica al otro. Asad existe porque, si no, está el caos de ISIS; ISIS existe porque es la alternativa a Asad. Lo que ninguno de los dos soporta y lo que los dos intentan destruir son a las librepensadoras, a las personas que quieren otra cosa, a la gente que quiere una democracia y que defiende la libertad de expresión, y contra ellas carga. Gente como mi amigo Bassel, por quien mantenemos una campaña que se llama freebassel.org, demuestran hasta qué punto se están intentando cargar unos y otros lo que queda de un posible futuro de Siria, para que cuando haya que sentarse a negociar un gobierno transicional no haya nada más que Asad e ISIS con lo que trabajar.