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¿Quién piensa en la energía? – EL TOPO
nº9 | la cuenta de la vieja

¿Quién piensa en la energía?

Alguien podría decir que con la que está cayendo, hay que ser muy friki para preocuparse por la energía. Es un tema que se nos vende como muy técnico, que no está al alcance de ser comprendido por la población, carente de interés. A lo sumo, y tras abordarlo Jordi Évole en su programa Salvados, se empieza a dudar de que el precio de la electricidad haya subido, como publicitan las compañías eléctricas del oligopolio, por culpa de las energías renovables (ER), o que el petróleo haya bajado más de un 40% (no así las gasolinas) por la bondad de las grandes petroleras.

La actual crisis financiera tiene un elevado grado de artificiosidad. No es el resultado de una carencia de recursos primarios, ni de mano de obra, ni de riqueza nacional… sino resultado de maniobras especulativas con dinero, que no es más que papel, plástico o últimamente órdenes por internet. Se nos está ocultando la verdadera crisis a la que se enfrenta la humanidad: la crisis energética.

Si en la actual crisis, millones de familias se han empobrecido, nuestros gobiernos se han doblegado a los intereses financieros y se han rebajado, cuando no perdido, derechos que considerábamos intocables, ¿qué va a ocurrir cuando dentro de 40 años se haya acabado el petróleo? ¿Qué va a ocurrir si sube la temperatura media de la Tierra más de 2 ºC como vaticina el IPCC1?

Tenemos que preguntarnos y reflexionar acerca de cómo vamos a hacer una transición tan rápida de una sociedad industrializada y consumista, en la que nuestro consumo de energía descansa en un 75% en combustibles fósiles, a otra en la que no dispongamos de estos recursos. Según la IEA2 dentro de 70 años habremos agotado las reservas conocidas y previsibles de fósiles.

Tenemos que evitar que la temperatura de la Tierra suba en este siglo más de 2 ºC. No podríamos hacer frente a los cientos de millones de desplazados por la desertización de extensas zonas y la inundación de las zonas costeras por la subida del nivel del mar. Tampoco soportaríamos las pérdidas de biodiversidad ni el empobrecimiento de las tierras agrícolas fértiles.

Dando por sentado que existe un estrecho vínculo entre consumo de energía y desarrollo humano, podemos identificar tres hitos en la historia de la humanidad:

  1. Hace 400 000 años, cuando la humanidad usaba únicamente su alimentación y el fuego como fuentes de energía. Consumíamos unas 2500 kcal por habitante y día. Esta energía de supervivencia la obteníamos de la alimentación.
  2. Hace 8000 años, cuando incorporamos la fuerza animal (agricultura y transporte), el viento y el agua (molinos). El consumo energético se multiplicó por 4.
  3. Transcurridos 200 años desde que incorporáramos las máquinas. Hoy nuestro consumo medio diario por persona se ha multiplicado: en España 44 veces, en EE. UU. 110 veces, en China e India 8 veces. La media mundial se ha multiplicado por 18 veces y se duplica cada 30–40 años.

No hay energía disponible para que todos los habitantes de la Tierra consuman y contaminen como lo hace un español medio, y aunque dispusiésemos de ella, los efectos sobre el cambio climático serían catastróficos. Consumimos 2,9 TEP (Toneladas Equivalentes de Petróleo) y emitimos 5 toneladas de CO2 al año, lo que supone que tú, lector/a, consumes diariamente unos 8 litros de petróleo y emites 14 kg de CO2 a la atmósfera.

Hasta ahora, los progresos humanos y civilizatorios se han dado con incrementos en el consumo de energía. Nos enfrentamos a una situación que quiebra este principio. Las próximas generaciones no dispondrán de tanta energía, es más, aún no hemos desarrollado las fuentes de energía que vamos a emplear.

A nivel mundial no hay espacio para el optimismo. La tecnología nuclear de fusión está lejos de ser una realidad y las energías renovables no están garantizando que sean capaces de cubrir el crecimiento previsible de la demanda y el hueco que vayan dejando los combustibles fósiles. Para cubrir un descenso del 5% anual en la producción de petróleo haría falta montar instalaciones renovables a un ritmo de cien veces el actual.

Además de los extraordinarios problemas técnicos, industriales, financieros y de todo orden a los que nos enfrentamos en esta tesitura energética, existe el problema político y social de gestión del decrecimiento energético. En nuestras sociedades consumistas el decrecimiento está asociado a la pérdida de bienestar, al retroceso social. Un cambio de mentalidad se antoja necesario, que supere las visiones economicistas y cortoplacistas. El bienestar habrá de ser medido en términos intergeneracionales. Tendremos que recuperar el control sobre la energía y arrebatárselo a quienes lo han usurpado. De no ser así, nos plantearemos el falso dilema entre nucleares o decrecimiento y entonces, ¿qué opción elegiríamos?

La participación de las fuentes renovables de forma masiva en el suministro energético podría facilitar la democratización del uso de la energía y la pérdida del control de esta por unas oligarquías que la han usado en su beneficio.

El panorama energético local en España y Andalucía nos ofrece luces y sombras. Las sombras son nuestra dependencia energética del exterior3 y las políticas seguidas por nuestros gobernantes. En especial este gobierno del PP está combatiendo con saña las energías renovables, dificultando que cumplamos los moderados objetivos planteados desde la UE en lo relativo a eficiencia energética, disminución de emisiones y uso de «energías limpias».

Las luces son nuestra riqueza en recursos renovables (sol, viento y biomasa) y que disponemos de tecnología y empresas para su aprovechamiento. Es posible, necesario y económicamente viable fijarnos el objetivo de tender hacia un suministro energético 100% renovable en el horizonte del año 2050, sobre la base de un descenso drástico de los niveles de consumo4.

 2010 – Energía final (KTEP)2050 – Energía final (KTEP)
Industria40003000
Transporte48003300
Residencial y Pública40002800
Total128009100

Notas sobre la tabla:

  • Reducción del 29% en el consumo final.
  • Descarbonización respecto máximos: 90%
  • Aporte renovable a la energía final: 76,8%
  • Dependencia energética exterior en 2050 del 14,7%
  • La electrificación del transporte será uno de los elementos que permitirá reducir el consumo, un motor eléctrico es 2,5-3 veces más eficiente que un motor de combustión.
  • Hipótesis: en 2050 el 100% de la electricidad será de origen renovable y el 85% del transporte se cubrirá con renovables.

Somos la ciudadanía quienes tenemos que ir construyendo alternativas hacia la inevitable transición energética. Socializarnos en contra del consumismo con un enfoque decrecentista, introducir en nuestras vidas comportamientos más respetuosos con nuestro entorno y favorecer con nuestro consumo diario las iniciativas sociales que nos desliguen de nuestras ataduras.

Disponemos de diferentes alternativas en el consumo de electricidad: contratar nuestro suministro con una comercializadora de carácter cooperativo y de energía renovable (Enercoop, Enerplus, Gesternova, Goiener, Somenergia, Zencer…), sumarnos al autoconsumo con pequeñas instalaciones fotovoltaicas y, si disponemos de ahorros, invertir en proyectos renovables de participación ciudadana. En todos los casos dejaremos de colaborar con quien se opone a nuestros intereses, ahorraremos dinero y contaminación y contribuiremos a la construcción de ese otro mundo posible que deseamos.

1 Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático.

2 Agencia Internacional de la Energía.

3 Compramos fuera cerca del 80% de la energía que consumimos, lo que hace que cada año nos empobrezcamos en aproximadamente 50 000 millones de euros.

4 Carlos Serra. Horizonte 2050. Hacia un modelo energético andaluz altamente descarbonizado: http://bibing.us.es/proyectos/abreproy/70477/

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