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Ni jefes, ni empleados – EL TOPO
nº30 | construyendo posibles

Ni jefes, ni empleados

Prisma, un club cooperativo de música electrónica

Prisma. Un club dedicado íntegramente a la música electrónica, gestionado de manera colaborativa, con trabajo voluntario a través de un banco de tiempo y con moneda digital propia. Rara avis en la escena nocturna estatal, que incluso ha llamado la atención fuera de nuestras fronteras.  Entrevistamos a Elio, coordinador del equipo de comunicación de Prisma.

¿Cómo nace la idea una sala de electrónica sin dueños, sin promotores, socies capitalistas o empresaries, gestionada por una asamblea horizontal?

Lo principal que nos llevó a adoptar esta estructura organizativa fue la falta de capital. Quizás de entrada, para empezar la entrevista, esto pueda sonar poco heroico, pero es la verdad. Nuestro asamblearismo no responde, como en otros proyectos colaborativos, a un ideario político o económico bien aprendido; lo nuestro es simple y llanamente adaptación a un medio hostil, lo que quizás sea incluso más interesante desde el punto de vista sociológico.

En nuestros inicios identificamos que teníamos mucho capital humano (habilidades, tiempo, fuerzas o ideas) pero muy poco capital del que manda. Así que tuvimos que ponderar nuestras virtudes frente a nuestras carencias y ello nos llevó a darnos cuenta de que lo importante iban a ser las personas: era inevitable que íbamos a parecernos más a un movimiento social que a una empresa jerarquizada.

Una vez vimos que las personas iban a ser nuestro recurso más preciado, era evidente que no podíamos tener una estructura vertical. Cada compañere, ya fuera a aportar mucho o poco, debía sentirse parte de una organización abierta, plural y horizontal, regida de forma descentralizada por una asamblea general, sin que nadie ostentara más poder que nadie.

¿Hubiéramos adoptado esta forma organizativa si hubiéramos sido gente del taco? No lo sabemos; probablemente no, ya que la autogestión es muy laboriosa y externalizar puestos de trabajo y sueldos es más sencillo y directo. Lo que está claro es que hemos llegado a cumplir casi dos años porque abrazamos la autogestión horizontal: estaríamos muertes y enterrades hace tiempo de no haberlo hecho así.

Al margen de lo anterior: ¿cómo presentarías a Prisma? Aforo, estilos…

Prisma es un club centrado en los sonidos de corte underground dentro de la música electrónica. Como en muchos otros estilos musicales, hoy día existen dos partes diferenciadas: un circuito comercial, de consumo rápido y dudosa calidad artística, y un circuito alternativo con más experimentación y profundidad. Nosotres pertenecemos a este segundo grupo.

Intentamos promover eventos muy cuidados en cuanto a lo artístico, para un ambiente en el que predomina gente que sabe lo que escucha, con un equipo de sonido monstruoso y un grupo humano alegre y agradable que intenta romper con el trato agropecuario que se le suele dar al público en el sector del ocio nocturno, poblado de empresas que lamentablemente suelen estar más centradas en exprimirle la cartera al personal que en hacerle sentir cómodo y valorado.

El tamaño de nuestra sala es pequeño (aforo de 200 personas) pero idóneo por el tipo de propuestas musicales arriesgadas que tenemos. Y, sobre todo, por la ciudad en la que nos encontramos, que sigue siendo muy tradicional, poco apegada a las vanguardias e incluso reacia a todo lo que huela a nuevo.

Nuestra misión principal no es la de obtener beneficios económicos, sino la de aportar a la ciudad una forma diferente de vivir esta cultura que amamos. Y si luego resulta que puede darnos beneficios económicos, pues no le haremos ascos. Pero como resulta que la mayoría de compañeres, cada une en lo suyo, tiene su trabajo de lunes a viernes, podemos arriesgar y cambiar un poco la dinámica de la ciudad, aportando cosas diferentes.

Muches de les componentes de Prisma somos djs, producimos o promovemos, pero sobre todo somos —y seguiremos siendo— parte del público. Ahora que regentamos un club, podemos poner en práctica todo lo que siempre deseamos como clientela y evitar todo aquello que no nos gustó un pelo.

¿Qué tal se porta la jefa (la asamblea de Prisma)? ¿Cómo se toman las decisiones? Funcionamos por consenso, así que por regla general se porta muy bien;

aunque en algunos momentos sea muy tediosa. En el equipo de Prisma conviven más de treinta personas de diferentes edades y estratos socioeconómicos que aportan tiempo y trabajo de forma voluntaria. Muchas de ellas —la mayoría— no tenían ni idea de que cómo funcionaba una asamblea antes de formar parte de Prisma. Es muy gratificante ver como poco a poco va calando la idea de trabajar desde el respeto y la empatía, hasta tal punto, que dentro de unos años todos acabaremos sintiendo que no hay realmente alternativa sustentable ni deseable a la cooperación, el cuidado y la comunicación entre iguales.

A la hora de aportar trabajo, tiempo o habilidades: ¿de qué manera se valoran estas aportaciones de la membresía?

Estamos dividides en ocho equipos de trabajo que abarcan, con un nivel de exigencia bastante alto, todas las tareas posibles: administración, programación musical, puesto técnico, barra, creatividad, etc. Cada compañere va aportando donde cree oportuno y donde el proyecto lo necesita. Todo lo que trabajamos se apunta en nuestro sistema informatizado de moneda social (a la que llamamos prisma) para que quede constancia de las diferentes intensidades de aportación entre les compañeres. Es una especie de semi-voluntariado, pues no trabajamos sin remuneración real. Todes ingresamos moneda virtual que luego gastamos en el propio club, ya que nadie entra gratis o bebe gratis, por poner los ejemplos más inmediatos. Lo que aportas al proyecto, el proyecto te lo devuelve en la misma medida.

Hay otro uso secundario de esta moneda, y es que nos sirve como inversión de futuro: quizás un día, si el proyecto continúa en la fantástica línea que lleva ahora mismo, podremos ir haciendo pequeñas devoluciones monetarias en moneda de curso legal a quien lo desee, a partir de todo lo que hemos ido acumulando en nuestros monederos digitales.

Por temas legales, hay una serie de horas en ciertos puestos de trabajo, sobre todo los que están de cara al público, que se pagan en euros y que cotizan a la Seguridad Social. Pero el resto de horas más invisibles de organización, gestión y sostenimiento del proyecto, las volcamos a prismas, porque sería imposible, al menos ahora mismo, pagarlas todas en euros.

¿Cómo funciona vuestra moneda digital, el prisma?

No es una criptomoneda como las que están ahora de moda, pues es, de momento, 100% interna y por ello no necesita blockchain (cadena de bloques) para validar transferencias entre personas alejadas miles de kilómetros entre sí. Es una especie de banco de tiempo solidificado en moneda digital, que puede luego intercambiarse por los productos o servicios que da el proyecto, o, incluso, intercambiarse entre la membresía.

Está basada en la fantástica aplicación Clickoin, creada y gestionada por un equipo andaluz de desarrollo de software. Tiene una interfaz sencilla tipo Telegram o Whatsapp, donde a un lado ves lo que has ido ingresando por tus aportaciones y, al otro, lo que has ido gastando. Varios compañeres del equipo de administración de Prisma son les encargades de ir controlando el flujo monetario y los datos que se generan.

¿Conocíais otros proyectos de monedas sociales o alternativas?

Si, ciertamente en el apartado económico Prisma le debe mucho a la moneda creada por el Centro Vecinal del Pumarejo, el puma, pues su ejemplo es el que nos llevó a crear nuestra propia divisa. De hecho varios de les compañeres de Prisma tenemos cartilla de pumas y hemos funcionado con ella. Podemos constatar que su semilla germina y se expande, nosotres somos un ejemplo vivo.

¿Tenéis alguna otra herramienta colaborativa, por ejemplo para el público en general?

Prisma es un proyecto abierto, cualquiera que vibre con la idea general se puede acercar al grupo motor y aportar cuanto desee, una vez pase por un proceso de acogida que hemos dispuesto para que todo quede regulado y ordenado, tanto para nosotres como para la persona que entra nueva.

Pensando en el público, una de las últimas iniciativas que hemos puesto en marcha ha sido la de fomentar la creación colectiva de eventos, no a través del crowdfunding, pero casi. En redes sociales vamos valorando de forma rutinaria propuestas e ideas de eventos diferentes que, si colectivamente se desea que se hagan realidad, ahí vamos de cabeza. Lo llamamos #prismaentretodos y ha tenido éxito en tres ocasiones: noches con artistas internacionales muy destacades en sus estilos, que nadie se hubiera arriesgado a traer en esas condiciones de incertidumbre, pero con el apoyo de todes cuesta menos dar el salto.

Hablando en general, nuestro ideal sería hacer el proyecto lo más abierto posible, pero hay que hacerlo sin que se ponga en riesgo su equilibrio. Sentimos que todo debe ir dando pasos seguros pero firmes en esa dirección.

En cuanto a la gestión y a lo económico: ¿qué esperáis del futuro? ¿Tenéis planeado remunerar las distintas labores en moneda de curso legal?

Sí, ciertamente poder remunerar todas las tareas en euros sería el mejor de los indicios de que el proyecto va como un cohete. Lamentablemente, Endesa o Mercadona aún no aceptan prismas —ojalá [sonríe]— y para vivir aún necesitamos moneda de curso legal, por lo que todes coincidimos en que estaría bien poder percibir más en este sentido. Sabemos que es una carrera de fondo y que todo lleva su tiempo. Será algo que, si todo va bien, se irá adoptando progresivamente.

En cuanto a la gestión interna del proyecto, esperamos poder estar mejor organizades cada día como grupo, con la finalidad de optimizar la energía física o mental que cada voluntarie aporta, y así poder estar más descansadas, persona a persona. Porque la verdad es que llegamos a final de temporada con una carga bastante grande: piensa que son casi cien eventos al año.

También esperamos poder cumplir el sueño inicial que tenemos de que Prisma no sea algo 100% nocturno y que nos abramos a otras disciplinas artísticas —cine, pintura, fotografía, etc.— en formatos diferentes también durante el día. Es lo que denominamos Espacio Prisma, una segunda rama del proyecto que inauguramos hace poco y que irá cogiendo fuerza con el paso de los meses.

En lo musical: ¿qué podríamos esperar encontrarnos si vamos a Prisma una noche a bailar?

Los viernes suelen estar dedicados a la música centrada en el espectro de frecuencias bajas: drum&bass, breaks de corte elegante, electro añejo, etc. Y los sábados buceamos más en el ámbito de la música puramente club: techno, deep o IDM.

De forma habitual tenemos grandes nombres de la escena underground internacional en la cabina de nuestro club. Ya han pasado por Sevilla artistas como Perc, Inigo Kennedy, Djrum, Umwelt, Lewis Fautzi, DLR, Enei o Rennie Pilgrem, por mencionar solo algunes. La línea ascendente se dibuja con gente que ha venido a visitarnos o que está deseando hacerlo. El club va muy bien pero lo mejor, como siempre, está por llegar aún [sonríe].

A la hora de programar a una artista u otra: ¿también os guiáis por criterios éticos?

Criterios éticos en este mundillo, lamentablemente, hay pocos, seamos sinceros. Nosotres programamos en un 80% en base a criterios artísticos (calidad, originalidad o trayectoria) y un 20% por criterios económicos. Aunque en Prisma el lucro no es el motor principal, tenemos que cumplir con unos números muy exigentes que todo proyecto de este tipo debe afrontar. No te imaginas todas las facturas que hay que pagar hasta que te involucras en un gigante de este tipo. Es muy duro llegar a fin de mes con solvencia.

¿Qué le dirías a la gente que todavía no conoce Prisma?

Si te gusta la música electrónica, o bailar y charlar con gente interesante y agradable, muy probablemente —y sin saberlo— te estás perdiendo algo que tiene mucho que ver contigo. Ya es hora de que nos visites.

Prisma se encuentra en la calle Terbio, 18, en el Polígono Calonge (Sevilla). Puedes ver su programación en las redes (Facebook: prismasevilla, Twitter: @prismasvq) y contactar en prismasevilla@gmail.com

Nos apoya

Las comadres somos la comadre Vanesa y la comadre Begoña, dos amigas que nos conocemos desde hace ya varios años y que hemos tenido la suerte y oportunidad de emprender este camino juntas. Contando con que las dos tenemos una capacidad innata para relacionarnos con todo aquello que se mueve, sabíamos que teníamos que trabajar de cara al público y si estábamos sintiendo el proyecto como algo nuestro, mejor que mejor. Un proyecto que fuera una forma de vida y una apuesta por un futuro saludable y responsable. Para llevarlo a cabo y sentirlo aún más nuestro decidimos quedarnos en el barrio y así ha sido. Gracias al apoyo de familiares y amigos hemos podido “poner en pie” nuestra frutería – verdulería, un espacio que nos gustaría que lo sintierais como vuestro y que lo disfrutarais cada vez que os acerquéis. En Las Comadres no sólo queremos ofreceros productos de gran calidad, a buen precio; sino que nos gustaría aprender, intercambiar saberes y convertir nuestro local en un espacio de encuentro en el barrio.

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