La cooperativa de este histórico pueblo del centro de Andalucía abre una nueva etapa gracias a la economía social
Está en tu mano
No es fácil conocer un pueblo que sea, a su vez, varias cosas bajo una misma denominación. Marinaleda es un buen ejemplo de ello ya que da nombre a un municipio, a una lucha histórica, a una comunidad y, quizás lo más importante y tangible, a una cooperativa como modelo laboral: Marinaleda Sociedad Cooperativa Andaluza (SCA). En definitiva, un Pueblo, con P mayúscula. Esta entidad, dedicada a la transformación y el envasado, lanzó a mediados de mayo una campaña de emisión de títulos participativos por un valor total de 600 000 euros donde cada título equivalía a una aportación de 1000 euros.
El objetivo principal era evitar la banca usurera con el fin de financiar nuevas ideas para la cooperativa. A esta operación le pusimos el nombre de «Está en tu mano», no pedíamos caridad y mucho menos ayuda a la especulación capitalista, solo la solidaridad directa y el apoyo mutuo entre iguales. Existen varios proyectos que ya están sobre la mesa listos para perfilar, como la creación de una fundación que adquiera y gestione las tierras donde se producen alcachofas, habas, pimientos, etc., actualmente propiedad de la Junta de Andalucía y cedida para su uso. Esta idea está incluida dentro de una hoja de ruta llamada «Plan Estratégico 2015-2025» en el que, de manera gradual, se evaluarían diversas propuestas como la implantación en nuevas redes de consumo o analizar el modelo de distribución. Una vez interiorizada la presentación previa llevada a cabo en no pocas reuniones para concretar los retos a corto plazo, la primera reacción posible fue la más humana, echarse las manos a la cabeza y pensar: «¡¿seiscientos mil euros?!». La segunda reacción, ante el plazo acordado de conseguirlo en 40 días, consistió en levantar las manos en actitud de petición divina; hasta la persona más atea se encomendaría a cualquier figura religiosa de manera irracional fruto de la influencia judeocristiana.
Una vez definida la campaña de emisión de títulos participativos —lo primero era centrarse y no parar de rascarse la frente— nos dispusimos a recopilar información que convenciese y animase a la mayor cantidad de gente posible a aportar para los nuevos planes de Marinaleda SCA. Por delante teníamos un papel en blanco, tan grande como las 1200 hectáreas de trabajo, y pensar en los elementos más básicos para comenzar la campaña: un vídeo, un dosier que resumiera el proyecto, una gran capacidad de abstracción para pensar en qué dudas podría tener quien quisiera participar y los protocolos para hacer posible la campaña de economía social más importante que se hubiese realizado en el Estado español. ¿Cuál era, quizás, nuestro ingrediente clave? Conocer bien a la gente que gestiona Marinaleda SCA para definir dónde queremos ir; cualquier agencia de comunicación venida de otro planeta, con muchas palabras en inglés en su catálogo de servicios, difícilmente hubiese sido capaz de diseñar un plan de actuación factible. Finalmente, Coop57 iba a ser la encargada de gestionar la emisión de los títulos participativos avalada por su filosofía y la experiencia en este tipo de campañas concluidas de manera exitosa. La apuesta por la soberanía alimentaria, una forma de relación democrática en el trabajo como es el cooperativismo y el reparto justo de la riqueza son los objetivos de una máxima jornalera andaluza: «la tierra, de quien la trabaja».
Al comenzar la campaña, parecíamos un cantante de blues con una docena de armónicas preparadas en la correa ante cualquier canción del repertorio, ya fuese intensa, ligera o larga, teníamos los pulmones preparados para soplar y tocar la mejor composición posible según fuesen las circunstancias. «¿Arrancamos? / ¿Ahora? / ¿Estamos entrando bien? / ¡Actualiza la página!», fueron los comentarios más repetidos a las doce del mediodía del pasado 19 de mayo. Hay que recordar que el blues fue el género creado a partir de las canciones interpretada por esclavos y esclavas trabajadoras a destajo del algodón en EE. UU., la melancolía era lógicamente la parte predominante y guarda una gran similitud tanto con el flamenco en general como con varios de sus palos en particular. Éramos petenera y queríamos convertirnos en alegría, pero debíamos trabajarnos el fandango propio de la tierra. Levantar el telón de un proyecto ambicioso no era cosa fácil, Marinaleda no es un tema banal en el imaginario político con la fama que adquirió a principios de los 80 exigiendo dignidad para el campo andaluz. En los 4 primeros días nos dimos cuenta de lo que verdaderamente suponía este pueblo del centro de Andalucía no solo en el territorio del Estado español, sino en Europa y Latinoamérica. Quizás esta campaña era la primera ocasión en la que se iba a medir el verdadero impacto de Marinaleda en el terreno político y, por qué no decirlo, filosófico. Esa respuesta directa que se recogió en la primera semana no hablaba solo castellano, catalán o euskera, principalmente, también italiano, portugués y francés. Como teníamos en mente traducir los dosiers informativos a lo largo de la campaña, tuvimos que acelerar este proceso viendo que muchas peticiones de información venían de distintas zonas del Mediterráneo.
El ritmo de emisión de títulos participativos ha sido continuo y regular, recibiendo notas de apoyo e incluso de agradecimiento para formar parte de este impulso a Marinaleda SCA. ¿Quién se iba a imaginar, hace años, que se podían realizar operaciones financieras de tal magnitud sin necesidad de la banca convencional? Gracias a la estabilidad de entidades como Coop57 o Fiare, se ha asentado la idea de que es posible un cambio de paradigma liderado por la ciudadanía al margen de grandes estructuras que fomentan la concentración de riqueza en pocas manos. Marinaleda siempre fue ejemplo de ello poniendo por bandera que la dignidad era y es horizontal, ya fuese en plena huelga de hambre, denunciando la especulación inmobiliaria o generando puestos de trabajo en un modelo democrático como la cooperativa.
Para esta localidad de 2800 habitantes, se abren nuevas posibilidades gracias al gran apoyo social que tiene este punto rojo de Andalucía. Está en nuestras manos.
Andalucía entera, como la cooperativa de Marinaleda
Escribir el contexto de Marinaleda en 2015 es quizás uno de los ejercicios de reinventar la rueda más claros que pueda haber en el terreno de la política. No solo le han dedicado reportajes los periódicos más importantes —como el Wall Street Journal o el británico The Guardian—, sino que suelen aparecer en ellos, al menos, una vez al año. Ni las famosas viviendas a 15 euros al mes ni los precios irrisorios de las piscinas son explicables en una mente en la que solo hay máximas como «beneficio económico», «rendimiento de capitales» o «flexibilidad del empleo». Por desgracia, poca gente conoce la nueva fábrica de conservas cuya actividad se ha llevado a cabo durante años en la propia finca El Humoso.
El trabajo, tanto del Ayuntamiento como de la propia cooperativa de Marinaleda, hicieron posible estas instalaciones de unos 700 metros cuadrados. Esta fábrica, vista en retrospectiva, es el resultado tangible de toda una lucha que comenzó en agosto de 1980 cuando se anunciaban las huelgas de hambre. Pocos años antes, tras las primeras elecciones municipales, casi todas sus calles cambiaron de nombre borrando cualquier rastro de la represión franquista, que por suerte no hacía olvidar lo más importante de un pueblo, su memoria histórica. Pasaron los años y las reivindicaciones se intensificaron, llegando a la mitad de la década con multitud de ocupaciones como la de La Cordobilla, donde las mujeres de Marinaleda tuvieron un papel primordial.
Llegada ya la década de los 90, todas las acciones del pueblo, auspiciadas y apoyadas por el conjunto del SOC en Andalucía, llevaron a que el municipio rojo por excelencia pudiese gestionar y trabajar las 1200 hectáreas de la finca El Humoso. Esto no hacía más que empezar, era necesario una organización y una logística, no era fácil que toda la extensión contase con el goteo y organizar las campañas ya era una realidad. El modelo elegido fue una cooperativa, no podía ser otro, como ejemplo de esfuerzo colectivo del que pocas comunidades pueden presumir. Las dificultades y sus soluciones para repartir la riqueza no venían solamente del propio trabajo ni de sus miembros, el campo andaluz era cada vez más víctima de la política institucional que desatendía uno de los sectores más importantes en la economía andaluza: la agricultura. La Junta de Andalucía, especialmente, ya sabía lo que se traía este pueblo cuando se levantaba. Si en Marinaleda no podía repartirse la riqueza de manera autónoma debido a decisiones supramunicipales, ocupación. El Palacio de San Telmo o Canal Sur TV fueron algunos de los objetivos, sin olvidar la Expo 92, las mujeres de Marinaleda pueden contar mejor esta historia gracias al trabajo de Susana Falcón Y lo dieron todo (Atrapasueños, 2015), recopilando sus vivencias y dificultades como mujeres que nunca abandonaron la lucha.
Hombres y mujeres que siempre tuvieron el puño cerrado exigiendo dignidad pero manteniendo la mano abierta como símbolo de fraternidad y solidaridad, ya fuera en el trabajo diario de la cooperativa o exigiendo justicia social.
Marinaleda SCA y Coop57
La emisión de títulos participativos ha sido llevada a cabo por Coop57, cooperativa de servicios financieros éticos y solidarios compuesta ya por más de 3100 personas socias colaboradoras de todo el Estado español, coherentes con sus ideas y que depositan sus ahorros en esta entidad. Hasta aquí, es algo que ya hemos ido conociendo tanto en la teoría como en la práctica, pero cuando vemos una oportunidad de salirnos del «circuito» convencional de consumo, las dudas se disparan debido al blindaje que el sistema capitalista brinda a nuestra precaria zona de confort.
¿Qué son los títulos participativos?
Una emisión de títulos participativos es una herramienta de las cooperativas para solicitar financiación directamente a la sociedad, sin necesidad de pasar por la ventanilla de la banca convencional, de manera que no colaboramos con la imperante red financiera basada en la especulación. Con ello, la cooperativa usa ese dinero recibido para invertir en nuevos proyectos devolviéndose después de un año, en el caso de Marinaleda SCA, con un 1,5% de retribución.
¿Es la primera vez que se hace?
No, y esperamos que tampoco sea la última. En el caso de Coop57, ya son varias las campañas concluidas de manera exitosa para entidades, especialmente de Barcelona y Madrid. Varios ejemplos son:
- La Fundació Futur, dedicada al empoderamiento de personas en riesgo de exclusión social, financió en 2009, con 300 000 euros, una serie de proyectos que mejoraba sustancialmente su actividad, el impulso de comedores escolares ecológicos.
- L’Olivera, una cooperativa de inserción social con 40 años de existencia que da trabajo a personas con discapacidad y se dedica al vino y al aceite, recogió 400 000 euros para potenciar la entidad tras una importante inversión realizada entre 2007 y 2008. Actualmente, da trabajo a más de 60 personas en Lleida y Barcelona.
- La Xarxa de Consum Solidari (Red de consumo solidario) necesitaba inversión para su red de distribución de panela y mediante Coop57 recabaron 60 000 euros.
- Un proyecto de producción ecológica certificada llamado «Ecosecha», de la Cooperativa madrileña Gneis, lanzó dos, por un total de 93 000 euros, en 2009 y 2010, para la adquisición de maquinaria necesaria en su quehacer diario.
¿Qué se hará desde Marinaleda SCA?
A lo largo del verano de 2015, se perfilará el Plan Estratégico 2015-2025, que incluirá:
- La puesta en marcha de la Fundación Marinaleda, prevista para adquirir los lotes de tierra de la finca El Humoso. La propiedad será colectiva, indivisible e inalienable y su gestión, necesariamente, habrá de desarrollarse por cooperativas que cumplan con los principios de la economía social y solidaria.
- La elaboración de un nuevo plan de comunicación.
- La apuesta por los cultivos sociales y ecológicos.
- Nuevas relaciones con otras entidades que potencien la labor de Marinaleda SCA y el resto de cooperativas del pueblo.
- La decisión de avanzar en el sector del ciclo corto de distribución.
Estas son algunas de las propuestas inmediatas que acometeremos con los nuevos recursos financieros materializando una de las máximas del movimiento jornalero andaluz, «la tierra, para quien la trabaja». Y todo sin bancos especuladores gracias a la solidaridad colectiva y el apoyo mutuo.
Está en tu mano
No es fácil conocer un pueblo que sea, a su vez, varias cosas bajo una misma denominación. Marinaleda es un buen ejemplo de ello ya que da nombre a un municipio, a una lucha histórica, a una comunidad y, quizás lo más importante y tangible, a una cooperativa como modelo laboral: Marinaleda Sociedad Cooperativa Andaluza (SCA). En definitiva, un Pueblo, con P mayúscula. Esta entidad, dedicada a la transformación y el envasado, lanzó a mediados de mayo una campaña de emisión de títulos participativos por un valor total de 600 000 euros donde cada título equivalía a una aportación de 1000 euros.
El objetivo principal era evitar la banca usurera con el fin de financiar nuevas ideas para la cooperativa. A esta operación le pusimos el nombre de «Está en tu mano», no pedíamos caridad y mucho menos ayuda a la especulación capitalista, solo la solidaridad directa y el apoyo mutuo entre iguales. Existen varios proyectos que ya están sobre la mesa listos para perfilar, como la creación de una fundación que adquiera y gestione las tierras donde se producen alcachofas, habas, pimientos, etc., actualmente propiedad de la Junta de Andalucía y cedida para su uso. Esta idea está incluida dentro de una hoja de ruta llamada «Plan Estratégico 2015-2025» en el que, de manera gradual, se evaluarían diversas propuestas como la implantación en nuevas redes de consumo o analizar el modelo de distribución. Una vez interiorizada la presentación previa llevada a cabo en no pocas reuniones para concretar los retos a corto plazo, la primera reacción posible fue la más humana, echarse las manos a la cabeza y pensar: «¡¿seiscientos mil euros?!». La segunda reacción, ante el plazo acordado de conseguirlo en 40 días, consistió en levantar las manos en actitud de petición divina; hasta la persona más atea se encomendaría a cualquier figura religiosa de manera irracional fruto de la influencia judeocristiana.
Una vez definida la campaña de emisión de títulos participativos —lo primero era centrarse y no parar de rascarse la frente— nos dispusimos a recopilar información que convenciese y animase a la mayor cantidad de gente posible a aportar para los nuevos planes de Marinaleda SCA. Por delante teníamos un papel en blanco, tan grande como las 1200 hectáreas de trabajo, y pensar en los elementos más básicos para comenzar la campaña: un vídeo, un dosier que resumiera el proyecto, una gran capacidad de abstracción para pensar en qué dudas podría tener quien quisiera participar y los protocolos para hacer posible la campaña de economía social más importante que se hubiese realizado en el Estado español. ¿Cuál era, quizás, nuestro ingrediente clave? Conocer bien a la gente que gestiona Marinaleda SCA para definir dónde queremos ir; cualquier agencia de comunicación venida de otro planeta, con muchas palabras en inglés en su catálogo de servicios, difícilmente hubiese sido capaz de diseñar un plan de actuación factible. Finalmente, Coop57 iba a ser la encargada de gestionar la emisión de los títulos participativos avalada por su filosofía y la experiencia en este tipo de campañas concluidas de manera exitosa. La apuesta por la soberanía alimentaria, una forma de relación democrática en el trabajo como es el cooperativismo y el reparto justo de la riqueza son los objetivos de una máxima jornalera andaluza: «la tierra, de quien la trabaja».
Al comenzar la campaña, parecíamos un cantante de blues con una docena de armónicas preparadas en la correa ante cualquier canción del repertorio, ya fuese intensa, ligera o larga, teníamos los pulmones preparados para soplar y tocar la mejor composición posible según fuesen las circunstancias. «¿Arrancamos? / ¿Ahora? / ¿Estamos entrando bien? / ¡Actualiza la página!», fueron los comentarios más repetidos a las doce del mediodía del pasado 19 de mayo. Hay que recordar que el blues fue el género creado a partir de las canciones interpretada por esclavos y esclavas trabajadoras a destajo del algodón en EE. UU., la melancolía era lógicamente la parte predominante y guarda una gran similitud tanto con el flamenco en general como con varios de sus palos en particular. Éramos petenera y queríamos convertirnos en alegría, pero debíamos trabajarnos el fandango propio de la tierra. Levantar el telón de un proyecto ambicioso no era cosa fácil, Marinaleda no es un tema banal en el imaginario político con la fama que adquirió a principios de los 80 exigiendo dignidad para el campo andaluz. En los 4 primeros días nos dimos cuenta de lo que verdaderamente suponía este pueblo del centro de Andalucía no solo en el territorio del Estado español, sino en Europa y Latinoamérica. Quizás esta campaña era la primera ocasión en la que se iba a medir el verdadero impacto de Marinaleda en el terreno político y, por qué no decirlo, filosófico. Esa respuesta directa que se recogió en la primera semana no hablaba solo castellano, catalán o euskera, principalmente, también italiano, portugués y francés. Como teníamos en mente traducir los dosiers informativos a lo largo de la campaña, tuvimos que acelerar este proceso viendo que muchas peticiones de información venían de distintas zonas del Mediterráneo.
El ritmo de emisión de títulos participativos ha sido continuo y regular, recibiendo notas de apoyo e incluso de agradecimiento para formar parte de este impulso a Marinaleda SCA. ¿Quién se iba a imaginar, hace años, que se podían realizar operaciones financieras de tal magnitud sin necesidad de la banca convencional? Gracias a la estabilidad de entidades como Coop57 o Fiare, se ha asentado la idea de que es posible un cambio de paradigma liderado por la ciudadanía al margen de grandes estructuras que fomentan la concentración de riqueza en pocas manos. Marinaleda siempre fue ejemplo de ello poniendo por bandera que la dignidad era y es horizontal, ya fuese en plena huelga de hambre, denunciando la especulación inmobiliaria o generando puestos de trabajo en un modelo democrático como la cooperativa.
Para esta localidad de 2800 habitantes, se abren nuevas posibilidades gracias al gran apoyo social que tiene este punto rojo de Andalucía. Está en nuestras manos.
Andalucía entera, como la cooperativa de Marinaleda
Escribir el contexto de Marinaleda en 2015 es quizás uno de los ejercicios de reinventar la rueda más claros que pueda haber en el terreno de la política. No solo le han dedicado reportajes los periódicos más importantes —como el Wall Street Journal o el británico The Guardian—, sino que suelen aparecer en ellos, al menos, una vez al año. Ni las famosas viviendas a 15 euros al mes ni los precios irrisorios de las piscinas son explicables en una mente en la que solo hay máximas como «beneficio económico», «rendimiento de capitales» o «flexibilidad del empleo». Por desgracia, poca gente conoce la nueva fábrica de conservas cuya actividad se ha llevado a cabo durante años en la propia finca El Humoso.
El trabajo, tanto del Ayuntamiento como de la propia cooperativa de Marinaleda, hicieron posible estas instalaciones de unos 700 metros cuadrados. Esta fábrica, vista en retrospectiva, es el resultado tangible de toda una lucha que comenzó en agosto de 1980 cuando se anunciaban las huelgas de hambre. Pocos años antes, tras las primeras elecciones municipales, casi todas sus calles cambiaron de nombre borrando cualquier rastro de la represión franquista, que por suerte no hacía olvidar lo más importante de un pueblo, su memoria histórica. Pasaron los años y las reivindicaciones se intensificaron, llegando a la mitad de la década con multitud de ocupaciones como la de La Cordobilla, donde las mujeres de Marinaleda tuvieron un papel primordial.
Llegada ya la década de los 90, todas las acciones del pueblo, auspiciadas y apoyadas por el conjunto del SOC en Andalucía, llevaron a que el municipio rojo por excelencia pudiese gestionar y trabajar las 1200 hectáreas de la finca El Humoso. Esto no hacía más que empezar, era necesario una organización y una logística, no era fácil que toda la extensión contase con el goteo y organizar las campañas ya era una realidad. El modelo elegido fue una cooperativa, no podía ser otro, como ejemplo de esfuerzo colectivo del que pocas comunidades pueden presumir. Las dificultades y sus soluciones para repartir la riqueza no venían solamente del propio trabajo ni de sus miembros, el campo andaluz era cada vez más víctima de la política institucional que desatendía uno de los sectores más importantes en la economía andaluza: la agricultura. La Junta de Andalucía, especialmente, ya sabía lo que se traía este pueblo cuando se levantaba. Si en Marinaleda no podía repartirse la riqueza de manera autónoma debido a decisiones supramunicipales, ocupación. El Palacio de San Telmo o Canal Sur TV fueron algunos de los objetivos, sin olvidar la Expo 92, las mujeres de Marinaleda pueden contar mejor esta historia gracias al trabajo de Susana Falcón Y lo dieron todo (Atrapasueños, 2015), recopilando sus vivencias y dificultades como mujeres que nunca abandonaron la lucha.
Hombres y mujeres que siempre tuvieron el puño cerrado exigiendo dignidad pero manteniendo la mano abierta como símbolo de fraternidad y solidaridad, ya fuera en el trabajo diario de la cooperativa o exigiendo justicia social.
Marinaleda SCA y Coop57
La emisión de títulos participativos ha sido llevada a cabo por Coop57, cooperativa de servicios financieros éticos y solidarios compuesta ya por más de 3100 personas socias colaboradoras de todo el Estado español, coherentes con sus ideas y que depositan sus ahorros en esta entidad. Hasta aquí, es algo que ya hemos ido conociendo tanto en la teoría como en la práctica, pero cuando vemos una oportunidad de salirnos del «circuito» convencional de consumo, las dudas se disparan debido al blindaje que el sistema capitalista brinda a nuestra precaria zona de confort.
¿Qué son los títulos participativos?
Una emisión de títulos participativos es una herramienta de las cooperativas para solicitar financiación directamente a la sociedad, sin necesidad de pasar por la ventanilla de la banca convencional, de manera que no colaboramos con la imperante red financiera basada en la especulación. Con ello, la cooperativa usa ese dinero recibido para invertir en nuevos proyectos devolviéndose después de un año, en el caso de Marinaleda SCA, con un 1,5% de retribución.
¿Es la primera vez que se hace?
No, y esperamos que tampoco sea la última. En el caso de Coop57, ya son varias las campañas concluidas de manera exitosa para entidades, especialmente de Barcelona y Madrid. Varios ejemplos son:
-
La Fundació Futur, dedicada al empoderamiento de personas en riesgo de exclusión social, financió en 2009, con 300 000 euros, una serie de proyectos que mejoraba sustancialmente su actividad, el impulso de comedores escolares ecológicos.
-
L’Olivera, una cooperativa de inserción social con 40 años de existencia que da trabajo a personas con discapacidad y se dedica al vino y al aceite, recogió 400 000 euros para potenciar la entidad tras una importante inversión realizada entre 2007 y 2008. Actualmente, da trabajo a más de 60 personas en Lleida y Barcelona.
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La Xarxa de Consum Solidari (Red de consumo solidario) necesitaba inversión para su red de distribución de panela y mediante Coop57 recabaron 60 000 euros.
-
Un proyecto de producción ecológica certificada llamado «Ecosecha», de la Cooperativa madrileña Gneis, lanzó dos, por un total de 93 000 euros, en 2009 y 2010, para la adquisición de maquinaria necesaria en su quehacer diario.
¿Qué se hará desde Marinaleda SCA?
A lo largo del verano de 2015, se perfilará el Plan Estratégico 2015-2025, que incluirá:
-
La puesta en marcha de la Fundación Marinaleda, prevista para adquirir los lotes de tierra de la finca El Humoso. La propiedad será colectiva, indivisible e inalienable y su gestión, necesariamente, habrá de desarrollarse por cooperativas que cumplan con los principios de la economía social y solidaria.
-
La elaboración de un nuevo plan de comunicación.
-
La apuesta por los cultivos sociales y ecológicos.
-
Nuevas relaciones con otras entidades que potencien la labor de Marinaleda SCA y el resto de cooperativas del pueblo.
-
La decisión de avanzar en el sector del ciclo corto de distribución.
Estas son algunas de las propuestas inmediatas que acometeremos con los nuevos recursos financieros materializando una de las máximas del movimiento jornalero andaluz, «la tierra, para quien la trabaja». Y todo sin bancos especuladores gracias a la solidaridad colectiva y el apoyo mutuo.