Silencio. Esos segundos de silencio, esa primera prueba, esa mirada, esa sorpresa ante algo extraño, esa sonrisa. Hoy Alex se ha probado su primera prótesis de brazo. En la sala, todos contienen la respiración hasta comprobar que funciona. Sobre todo su madre, hasta que recibe el abrazo victorioso de haber conseguido algo tan soñado y dibujado. Verifican detalles ergonómicos y técnicos: por suerte, esta primera prueba es válida. Alex se la puede llevar esta tarde al cole que, además, tienen una fiesta especial.
Esta historia empezó por casualidad, como casi todo. Julio, un trabajador de Medialab Prado (Madrid), estaba en el veterinario y allí coincidió con la familia de Alex. Tras observarles y hablar con ellos, les contó el proyecto Autofabricantes, una comunidad de creación de prótesis. Pronto contactaron con ellos y, tras varias sesiones de trabajo, entre todas decidieron el modelo concreto para Alex. Él dibujó cómo debía ser, incluido sus colores favoritos. Después, entre Luís, Paola, Lidia y Óscar, parte de esta comunidad, la modificaron, imprimieron en 3D y montaron. Poco a poco y aprendiendo a cada paso.
Esta no es una prótesis cualquiera, es una prótesis en código abierto. Porque este modelo no es solo de la comunidad Autofabricantes, sino de una red mundial llamada Enabling the Future. Son un nodo más, en este caso en Madrid, y tiene muchos modelos accesibles para todo el mundo. Cualquiera puede conocer toda la información, descargar e imprimir en 3D. Cualquiera puede modificar, mejorar y volver a compartirlo para que le sirva a otra persona. Es una red de conocimiento abierto y apoyo muy grande y extendida en todos los países y de la que han surgido decenas de adaptaciones locales.
Autofabricantes es un grupo de trabajo localizado en Madrid dentro del laboratorio ciudadano público Medialab Prado, del Ayuntamiento de la ciudad. Desde hace unos tres años han creado una comunidad de unos veinte colaboradores que poco a poco van desarrollando los diferentes retos y proyectos que van proponiendo las familias que forman parte de la comunidad (actualmente son unas veinte). Desde el inicio llevan investigando y creando todo el diseño 3D, electrónica y programación para conseguir una prótesis mioeléctrica de brazo para niñas y niños. Todo código abierto para que cualquiera pueda acceder esta información, con bajo coste, con tecnología accesible y pensada con las familias que la van a utilizar. Utilizan impresoras 3D, microfresadoras para los circuitos electrónicos y placas como Arduino o Raspberry Pi para procesar las señales musculares. Un reto técnico enorme construido con la aportación semana a semana de más de sesenta colaboradores que han ido participando en este grupo de trabajo desde el inicio.
En estos diálogos con las familias y en colaboración con otros agentes surgió el proyecto SuperGiz, un concepto diferente de prótesis de mano en el que no se imita la forma ni función de una mano, sino se ayuda las niñas y niños en una actividad diaria concreta. Este sistema consiste en un guante especial sujeto a su extremidad que contiene unos enganches a los que se acoplan unos gadgets que sirven para ayudar a las actividades concretas y son las propias niñas y niños quienes los diseñan. Actualmente hay más de quince gadgets para multitud de aficiones como nadar, remar, jugar a la pelota o montar en bicicleta. Como los modelos están hechos para ser impresos en 3D, son personalizables para su crecimiento, gustos y se pueden mojar y golpear sin problemas. Todo el proyecto está disponible en su perfil de Thingiverse para descargar e imprimir en 3D en cualquier lugar y también adaptar online a cada tamaño y forma. Este proceso ha sido posible en colaboración con la empresa social Nación Pirata y la Fundación Rafa Pueden con los que han realizado talleres de creación de gadgets en los que participan hasta ocho niños y niñas en cada sesión con más de treinta diseñadores colaboradores. Entre todas y todos diseñan y fabrican sus gadgets favoritos.
Una manera diferente de pensar las prótesis, de crearlas y compartirlas, que pone en el centro a las usuarias, descomplejiza su diversidad y colectiviza los problemas que las acompañan. Este tipo de ideas y proyectos son posibles cuando se rompen las barreras entre el desarrollo de proyectos y las familias, entre las necesidades personales y el acceso a los medios de producción, cuando el conocimiento colectivo se activa para mejorar el entorno más cercano. Este es el motor que guía a Autofabricantes y que comenzó en Sevilla con la comunidad EXando una Mano. Generar una alternativa ética y política al sistema ortoprotésico actual con unos sobrecostes y conocimiento cerrado que acabamos sufragando desde la sanidad pública, sin cuestionarnos los intereses que olvidan las necesidades reales y a las destinatarias finales.
Esta tarde, Alex tendrá seguramente una entrada triunfal en su cole, al igual que hizo Alicia una mañana al llegar al suyo, otra de las pequeñas de esta comunidad. Alicia llegó a su cole sonriente y orgullosa, enseñando a todo el mundo su nueva prótesis de colores y que ella misma había ayudado a diseñar y montar.
Este es el verdadero valor de proyectos de autogestión comunitaria, estos son los detalles que dan sentido al trabajo en equipo, las largas horas de desarrollo y decenas de dificultades y frustraciones. Generar un cambio positivo que permita entender la diversidad de los cuerpos con una perspectiva sin estigma y empoderada. Producir nuevas subjetividades y realidades. Más allá de las tecnologías y los objetos, consideran que es más importante pensar, construir y experimentar ecosistemas que permitan otras alternativas, más accesibles. Donde el bien común tenga cabida, la ciencia sea ciudadana, la autonomía personal y colectiva sean el centro, los procesos sean más importantes que los resultados… donde sea posible seguir creando entre todas… esos segundos de magia.
*Los nombres que aparecen son ficticios para preservar la privacidad de las niñas y niños.