nº6 | se dice, se comenta

La cárcel invisible

No recuerdo casi nada de mi primer trabajo, pero sí el consejo que me dio un vecino: «tú calla y obedece, y así no tendrás problemas». Era la versión de andar por casa del famoso «no te signifiques». No significarse, negarse voluntariamente un significado, vaciarse de sentido.

Decía un profesor que tuve que «todo lo que nos roban, nos lo roban en el lenguaje». Hace unos años, el novelista Isaac Rosa publicó El vano ayer. En la novela, un editor franquista se dirige al protagonista —un escritor— en estos términos: «lo que yo espero de usted es lo que el público demanda: aventuras, solo eso, pura evasión. Cuanto más simple, mejor». Rosa sostiene, de alguna manera, que el pensamiento franquista perdura en la medida en que perdura su lenguaje. Nos roban el lenguaje valioso y a cambio nos ofrecen la seguridad de un lenguaje empobrecido, silencioso, inofensivo.

La cultura no solo es pintura, cine, literatura; la cultura es una forma de hacer las cosas, un hábito, una costumbre. Hemos crecido en la cultura del silencio, de la evasión, de la mirada oblicua. En ella estamos, y en ella quieren que sigamos: en una cultura convertida en una cárcel invisible. Esperan que seamos nuestro propio policía, nuestro propio censor. Y ese censor, ese policía invisible, es el ventrílocuo que habla cuando decimos cosas como «eso está politizado», o «eso debería despolitizarse».

Normal que tengan miedo: politizar, repolitizar, es recuperar la voz, es preguntarse acerca del sentido, es significar y significarse, es, en definitiva, recuperar lo que nos han robado: el instrumento que necesitamos para pensar en un futuro distinto: la palabra.

Nos apoya

Las comadres somos la comadre Vanesa y la comadre Begoña, dos amigas que nos conocemos desde hace ya varios años y que hemos tenido la suerte y oportunidad de emprender este camino juntas. Contando con que las dos tenemos una capacidad innata para relacionarnos con todo aquello que se mueve, sabíamos que teníamos que trabajar de cara al público y si estábamos sintiendo el proyecto como algo nuestro, mejor que mejor. Un proyecto que fuera una forma de vida y una apuesta por un futuro saludable y responsable. Para llevarlo a cabo y sentirlo aún más nuestro decidimos quedarnos en el barrio y así ha sido. Gracias al apoyo de familiares y amigos hemos podido “poner en pie” nuestra frutería – verdulería, un espacio que nos gustaría que lo sintierais como vuestro y que lo disfrutarais cada vez que os acerquéis. En Las Comadres no sólo queremos ofreceros productos de gran calidad, a buen precio; sino que nos gustaría aprender, intercambiar saberes y convertir nuestro local en un espacio de encuentro en el barrio.