En mayo de 1986 se celebra el II Congreso del Movimiento de Objeción de Conciencia (MOC) cuyo lema fue «Vamos contra el militarismo: Desobediencia Civil». Profundiza en el antimilitarismo y comienza a elaborar la estrategia de rechazo a la Ley de Objeción de Conciencia (LOC) y al servicio militar (SM).
El MOC se define como «un movimiento político, radical y alternativo, dedicado específicamente al trabajo antimilitarista, y que participa solidariamente del desarrollo común de otras luchas revolucionarias. Se organiza de forma asamblearia, sin dirigentes, con grupos locales que funcionan de manera autónoma y se coordinan a través de asambleas regionales y estatales».
En 1986, el MOC lleva ya una larga marcha donde poco a poco y mediante un largo proceso de lucha en favor de la Objeción de Conciencia (OC), de denuncia del militarismo, de debate, reflexión y maduración —tanto en el plano ideológico como en el estratégico—, va tomando cuerpo la campaña de desobediencia civil más importante, no solo del Estado español, sino de Europa: LA INSUMISIÓN.
En 1987, el Tribunal Constitucional da el visto bueno a la LOC. El MOC hace público un comunicado muy duro contra el Tribunal Constitucional, manifestando públicamente su desobediencia:
«Cuando defendemos el derecho a no ser sometidos a estructuras anquilosadas cuyo objetivo es suministrar al poder herramientas para perpetuarse, no estamos solo defendiendo nuestra individualidad, sino que luchamos por una transformación profunda, radical, de las relaciones sociales, eliminando los mecanismos de dominación que permiten la supervivencia de una sociedad injusta. Es esta una actitud política».
«Los grupos que componemos el MOC anunciamos el comienzo de una campaña de boicot y rechazo a la LOC […] por medio de la desobediencia civil, la no cooperación y la no colaboración con la militarista y penalizante LOC».
A partir de esta sentencia, el Consejo Nacional de Objeción de Conciencia empezó a denegar las declaraciones colectivas (que el MOC había propuesto a los objetores) y que hasta entonces había aceptado (casi 10 000, el 90% de las presentadas). Desde ese momento, estos objetores pasaron a ser llamados a filas.
Varios objetores son encarcelados durante esos años por declarar su objeción una vez incorporados a filas, lo que el Estado llama «objeción sobrevenida». Estas detenciones posibilitan al MOC poner en marcha una fuerte campaña de denuncia que servirá para demostrar su capacidad de movilización. También va ampliando las redes de apoyo entre las distintas organizaciones sociales. Estos objetores fueron declarados presos de conciencia por Amnistía Internacional. No serían los únicos.
A partir de septiembre de 1988, se deja de solicitar el reconocimiento legal como objetor de conciencia y simplemente se espera a ser llamados a filas para no incorporarse. Al cabo de un año, ya son numerosos los desobedientes. El 20 de febrero de 1989 se presentan los primeros insumisos al servicio militar en diversos gobiernos militares. Los insumisos hacen público un manifiesto basado en seis puntos, entre los que destacamos dos:
«1. Que hacemos Objeción de Conciencia (OC) negándonos a cumplir el SM, conscientes de que con ello estamos contribuyendo a que las relaciones entre las personas y los pueblos estén basadas en la justicia y la solidaridad».
«2. Que somos partidarios de la libertad, de la responsabilidad, de la participación y de la paz, y entendemos que todo ello es contrario a la lógica militar. Por eso, no queremos colaborar con el Ejército haciendo el servicio militar, al entender que si lo cumpliéramos estaríamos afirmando contravalores como la obediencia ciega, el machismo, la dominación y el poder […] No queremos ser parte del Ejército porque no queremos ser una instancia imprescindible de la dominación de unas naciones sobre otras, del dominio de unas personas sobre otras».
De los 57 insumisos que se presentaron, tan solo 11 fueron detenidos; en abril hubo una segunda presentación de 60, con solo dos detenidos; y en junio, una tercera de 75, con solo 4 detenidos. En abril de ese año se pone en marcha la Prestación Social Sustitutoria (PSS). Unos días después, se presentan los primeros insumisos a la PSS.
Comienzan los juicios. Las cárceles se van llenando de insumisos
Los primeros consejos de guerra a insumisos fueron a finales del 89 y las condenas fueron de 13 meses de prisión (la pena mínima establecida en la ley era de un año). A final del 90, hubo otro juicio, con una condena de solo 5 meses de cárcel. Ante el profundo desprestigio que estaba sufriendo el Ejército, el Ministerio de Defensa optó por la represión selectiva. Así, a finales de 1991 tan solo se habían celebrado 13 juicios, cuando el número de insumisos a la mili era de más de 1200.
Los primeros juicios contra insumisos a la PSS se celebraron en Albacete, en enero de 1991. Fueron condenados a 2 años, 4 meses y 1 día (la pena mínima que establecía la ley). Durante ese año, solo fueron juzgados 15 objetores.
A partir de aquí, el número de OC y de insumisos se desborda. El conflicto se ha convertido en un problema de Estado, como reconocen el propio gobierno y los militares. La mili es rechazada mayoritariamente por la sociedad. Ante esto, el gobierno aprueba en 1991 la Ley de Servicio Militar. A través de esta ley, los casos de insumisión al servicio militar pasan a la jurisdicción civil. El Código Civil establece ahora unas penas más altas para los dos tipos de insumisión: desde dos años, cuatro meses y un día, hasta seis años. El ejército se lava así las manos y pretende aparecer ante la opinión pública como un espectador inocente de la represión contra los insumisos.
En la judicatura civil no tardan en aparecer las primeras contradicciones. Numerosos jueces, contraviniendo la propia ley, empiezan a dictar penas inferiores a un año y un día para conseguir la suspensión de condena y evitar la entrada en prisión de los insumisos a la mili y a la PSS. Algunos, incluso, llegan a dictar absoluciones.
Durante los siguientes años, las cifras de objetores y de insumisos siguen aumentando. Así, en el año 96 se llega al récord de insumisos presos con casi 350. Al final de la insumisión, el volumen de desobedientes es el más alto de Europa: el número de objetores de conciencia se acerca al millón y el de insumisos ronda los 20 000.
En el año 2000 tuvo lugar el último sorteo de quintos y en 2001 se acabó con la mili obligatoria. Lo que una década antes era impensable para políticos y militares, ahora es visto como algo inevitable para que los cuarteles no se queden vacíos. Los insumisos han acabado con ella y con el poco prestigio que tenía el ejército. En los siguientes años, hay falta de reclutas profesionales, no llegan al número deseado, se rebajan las condiciones (ya no hay que tener la EGB, se permite la entrada de inmigrantes al Ejército…). Pero eso ya es otra historia…
Nota: Para ampliar la información, descargar el libro En legítima desobediencia editado por el MOC y descargable en PDF desde su web (www.antimilitaristas.org).