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El aborto: – EL TOPO
nº8 | todo era campo

El aborto:

el caso de la Clínica Los Naranjos

Los Naranjos es la experiencia más utópica de la lucha por el derecho al aborto en nuestro país. Se desarrolló en plena transición democrática y es difícil de imaginar en otro contexto: un proyecto de acción directa que desafió todos los límites morales, legales, médicos e institucionales que trataba de imponer la Constitución del 78.

Todo empezó con la aventura que iniciaron en Valencia un grupo de feministas, una abortera francesa y un médico interesado en la anticoncepción y los partos sin violencia. A finales de 1978, decidieron hacer abortos como forma de imponer este derecho en la práctica, con el método que hoy usan las clínicas acreditadas.

En esos años, el fiscal del Tribunal Supremo hablaba de 300 000 abortos clandestinos al año, el PSOE lo reivindicaba libre hasta las doce semanas, el Código Penal fijaba penas de hasta seis años si era consentido, y no se sabía si la derecha iba a consentir la alternancia en el poder cuando perdiera las elecciones.

A finales de 1979, ya funcionaban en Valencia tres grupos que atendían a un número creciente de mujeres de todo el Estado, sin que acabaran de cuajar los contactos con otras ciudades para montar experiencias similares. El juicio contra las once mujeres de Bilbao levantó una ola de solidaridad en todo el Estado que animó a miles de mujeres, muchas de ellas conocidas, a decir que habían abortado y a miles de hombres a confesar su colaboración. En Valencia se publicó un amplio reportaje en el que, menos la dirección, explicábamos todo el trabajo que desarrollábamos.

En este ambiente, tres componentes de uno de estos grupos (más un amigo) decidimos montar en Sevilla la Clínica Los Naranjos, después de contactar con las organizaciones feministas y progresistas de la ciudad y de que las dos chicas del grupo fueran a explicar el proyecto a las Jornadas Feministas Estatales de Granada. Siempre cuidamos las relaciones personales con estos colectivos, y les hacíamos llegar nuestro boletín mensual, además de informes sobre el trabajo que desarrollábamos y el estado de nuestras finanzas.

Desde el principio (enero del 80) contamos con un ginecólogo que dio de alta la clínica en el Colegio de Médicos, pero practicábamos los abortos los promotores de la experiencia, que no teníamos estudios de medicina. El número de mujeres que vino a abortar, derivadas por el movimiento feminista y las organizaciones progresistas (partidos, sindicatos, librerías…) no dejó de crecer. En los nueve meses que duró la experiencia, pasaron por el centro mujeres de todas las provincias del Estado. Para garantizar el trato personalizado, acordamos limitar a tres el número de intervenciones que cada grupo de trabajo atendía cada día.

El grupo inicial fue creciendo y con él las actividades. Fue cobrando una importancia creciente el autoconocimiento, la difusión de métodos anticonceptivos alternativos como el diafragma, la educación sexual, la crítica a ese modelo que confunde sexualidad con penetración garantizando el placer de los hombres y descargando los efectos no deseados en las mujeres…

El 21 de octubre de 1980 la policía entró en la clínica y detuvo a todas las personas que nos encontrábamos allí: profesionales, mujeres y acompañantes. Por la noche detuvieron en sus casas a la mayoría de las implicadas que no habían encontrado en la clínica y más de veinte personas pasamos por las manos de una policía formada en la dictadura.

La detención y puesta en libertad con cargos inició el primer proceso por aborto contra una clínica de la España democrática, provocando la campaña de solidaridad más audaz: cientos de mujeres y hombres declararon ante el juez haber abortado o colaborado a hacer abortos en Los Naranjos, arriesgándose a ser condenados por este hecho.

Nos apoyó toda la izquierda (la Pasionaria…), muchas instituciones (el Parlamento andaluz…), miles de feministas, políticos, intelectuales (Agustín García Calvo…) profesionales y personas de decenas de países (Adele Faccio, Isaac Asimov…) pese a no existir internet.

A la desaparición de Los Naranjos le siguió un sumario que crecía con la lucha por la legalización del aborto. Cada vez que el juez de instrucción, el fiscal o nosotros/as movíamos ficha, un nuevo dato nos recordaba lo peligrosa que es una justicia que ni olvida ni perdona. Fueron muchos años en los que ni pudimos ni quisimos dejar el proceso en manos de nuestros abogados, porque nos jugábamos el futuro en un escenario imprevisible y necesitábamos una correlación de fuerzas por el derecho al aborto que nos ayudara a lograr una sentencia favorable.

En esos años vimos pasar el 23F, decenas de detenciones y sumarios con otros y otras protagonistas que reactivaban la batalla, la aprobación de la Ley del 83 que Gallardón padre logró parar en el Constitucional, y la del 85 que no pudo impedir que los jueces cerraran todas las clínicas en el 86, pero propició una progresiva normalización del aborto al amparo del supuesto que lo permitía en caso de grave peligro para la salud psíquica de la embarazada.

Nos juzgaron en el 89 y nos condenaron solo a cinco de quienes trabajábamos en Los Naranjos, pese a contar con pruebas para condenar a 432 mujeres, 33 de las cuales lo habían reconocido ante los jueces. La Audiencia multiplicó por cinco la pena veinticuatro horas después de leer la sentencia, en una maniobra que el Supremo declararía ilegal. Nos indultaron el 21 de enero de 1994 a condición de no volver a «cometer delito en el tiempo normal del cumplimiento de la condena», enero de 1996.

Pese a que alguna prensa destacó que no éramos profesionales de la medicina, nadie dio importancia procesal a este hecho y hasta la sentencia del Supremo admitió que el método que usábamos «revestía escaso peligro y era aplicable de forma relativamente fácil y sencilla para personas algo expertas y con ciertos conocimientos de él». La ley del 85 autorizó «el aborto practicado por un médico, o bajo su dirección».

NOTA: El libro El aborto: historias de combate y resistencia [El caso de la clínica «Los Naranjos»] puede descargarse gratis desde: https://clinicalosnaranjos.wordpress.com

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Último Mono surge en 2012 como taller de impresión en serigrafía formado por dos estudiantes de arte en Sevilla. Nuestra actividad combina desde el principio trabajos para clientes y ediciones propias de obra gráfica y pequeñas publicaciones en colaboración con artistas afines, muchas de ellas colectivas, en el marco de la autoedición, así como algún proyecto expositivo. En 2016 incorporamos la impresión en risografía apostando por esta técnica aún muy poco generalizada, continuando con más fuerza la realización de ediciones.