En los últimos años las creadoras escénicas hemos sido programadas en las salas pequeñas de los teatros o en la sección off de los festivales públicos, donde los cachés son considerablemente más bajos. En muchas ocasiones, nuestros textos se han presentado en formato de semimontado o lectura dramatizada, en lugar de ser producidos y estrenados. Una vez más, cuando creíamos que estábamos avanzando en la inclusión, se nos ha ubicado en los márgenes. Como demuestran los últimos datos del Observatorio de Igualdad, las mujeres en las Artes Escénicas somos incluidas en un porcentaje mínimo que perpetúa «la teoría de la excepción» de la que habla Amelia Valcárcel. El sistema patriarcal visibiliza a algunas creadoras e invisibiliza a otras. Así, se nos coarta la oportunidad de existir como generación, debilitando la fuerza que genera la colectividad en la lucha por el bien común.
Si consultamos los datos obtenidos tras el programa Temporadas de Igualdad en las Artes Escénicas*, el porcentaje de mujeres dramaturgas y directoras ha aumentado considerablemente en los teatros públicos y festivales desde 2015. Esto ha traído un enriquecimiento del panorama teatral tanto en sus temáticas como en sus formas de hacer (nuevos estilos, nuevas dramaturgias). Sin embargo, en todos estos años no he visto mujeres negras, indígenas, transexuales o con diversidad funcional estrenar sus obras en los teatros públicos. En este sentido, es importante destacar que la discriminación laboral no es exclusivamente por ser mujeres, sino que está vinculada a la clase social, la raza, la procedencia, la heteronormatividad, la cultura o la sexualidad. Desde el feminismo situado, vinculado a los postulados de Donna Haraway, luchamos por una transformación estructural que permita incluir a todas las mujeres y a todas las personas, teniendo en cuenta la riqueza que ofrece la diversidad y la pluralidad de nuestros cuerpos, nuestras culturas, nuestras procedencias y nuestros saberes.
Tras las entrevistas con directores de teatros y programadores de festivales, hemos podido comprobar que ni siquiera su voluntad de cambio ha sido suficiente. La administración pública perpetúa modelos estructurales antiguos, patriarcales, que impiden una transformación real, donde esta integración total sea posible. Acabar con las malas prácticas en las artes escénicas no debe ser solo una exigencia hacia las políticas institucionales. Está en nuestras manos asumir el compromiso y la responsabilidad común para sanar nuestra profesión desde la colaboración gremial, siendo conscientes de nuestras limitaciones y de nuestras posibilidades. Las cuotas han sido, y siguen siendo, una herramienta necesaria para la transformación, pero no es suficiente. Como dice la pedagoga y activista Dora Araya: «¡Hay que decolonizar el pensamiento!».
Tras seis años de trabajo en esta dirección, siento que es el momento de abrir nuevas posibilidades. Desde el activismo político y las reflexiones ecofeministas se están generando posibilidades de cooperación y mejora de la sociedad que, como dice Yayo Herrero, pasan por poner la vida en el centro. Ha llegado el momento de poner la atención en los postulados que nos brinda el pensamiento, la antropología, la militancia feminista, y destinarlos a la transformación de las artes escénicas. Para ello, sería interesante poner la atención en el activismo y las reflexiones que plantea el ecofeminismo y aplicar algunas de sus propuestas a las artes escénicas:
— Tengamos en cuenta que la discriminación hacia el trabajo de las mujeres es un hecho histórico, heredado durante siglos, contra el que seguimos luchando en nuestra profesión y nuestra vida diaria.
— Trabajemos por los derechos de una maternidad conciliadora y feliz con la vida profesional para que las mujeres no tengamos que elegir entre nuestra profesión y nuestro deseo de ser madres.
— Seamos conscientes de nuestra interdependencia. Rechacemos los privilegios otorgados. Construyamos objetivos comunes que beneficien a la profesión en su conjunto.
— Abracemos y cuidemos nuestra generación de creadores y creadoras, dejando fuera la competitividad fomentada desde la jerarquía y el capitalismo.
— Transformemos las políticas internas de nuestras compañías. Revisemos los estatutos de nuestras asociaciones, generemos epígrafes en conexión con la igualdad, la diversidad y los cuidados.
— Exijamos un cambio de raíz de las políticas culturales donde no se cuestione sistemáticamente la calidad artística de las obras creadas por mujeres.
— Seamos conscientes de la renovación que supone para el mundo del teatro que haya directoras, dramaturgas, coreógrafas, escenógrafas, etc., planteando otras formas de ver el mundo, otras metodologías, otras creatividades.
— Rechacemos la idea de que los temas eurocentristas son temas universales y abracemos los personajes ricos, diversos por su cultura, sus cuerpos, su procedencia, sin someterlos a victimismo heteropatriarcal y posicionándolos como espejo de la realidad actual.
— Pongamos en valor los temas que las mujeres estamos tratando en la escena (el aborto, la maternidad subrogada, la vejez, los abusos sexuales, la genealogía, etc.) que espejan a la sociedad en su conjunto, enriqueciendo la visión masculina imperante durante XXI siglos de historia del teatro.
— Posibilitemos metodologías de trabajo más horizontales desechando el poder jerárquico que se ha otorgado a la figura del director de escena.
— Atendamos las necesidades de grupos de personas en riesgo de exclusión, como son las actrices mayores de cincuenta años, o de profesiones feminizadas y doblemente invisibilizadas como el vestuario o la caracterización.
— Ofrezcamos al público un panorama teatral diverso, incluyendo a personas fuera de la heteronormatividad, que puedan expresar y compartir su visión del mundo.
¡Cuidémonos! ¡Cuidemos del sector! ¡Cuidemos de nuestros compañeros y compañeras!
A despatriarcar las artes escénicas es un título con el que pongo en valor el aprendizaje que María Galindo ha aportado a mi investigación gracias a su libro A despatriarcar, feminismo urgente. Este texto, es un resumen de la conferencia presentada en el marco del Seminario «Circo y género» de la XIII edición del Festival Circada, en octubre de 2021. La conferencia íntegra está en www.youtube.com/watch?v=fqipFaIoRX4
* Temporadas de Igualdad es un proyecto de la asociación Clásicas y Modernas que puedes consultar en: www.clasicasymodernas.org/temporadas-de-igualdad