La primavera en Sevilla suele traernos actividades, eventos y novedades varias que nos dejan una agenda saturada. A veces nos contraprogramamos sin quererlo, otras nos apoyamos mutuamente o en muchas ni siquiera sabemos de la existencia de lances afines. Este año ha ocurrido algo digno de destacar: una serie de grupos sociales con distintas inquietudes se han puesto de acuerdo para organizar colectivamente el Encuentro social sobre turistización: alternativas y resistencias (ESTAR) ante una problemática que afecta a toda la ciudad en múltiples escalas y dimensiones. Y como nos gusta más un enredo autónomo que comer con las manos, hemos preparado un monográfico sobre el tema para generar debate y aumentar las capas de análisis (y también porque hay bastante presencia del equipo Topo en el ajo, todo sea dicho).
El acceso a una vivienda digna sigue siendo uno de los mayores problemas para las habitantes de esta ciudad y ahora afecta incluso a más capas de población. Esto se debe básicamente a su introducción en el mercado como si fuera cualquier otra mercancía y, ahora también, en el abonado mercado del turismo con el boom de las «viviendas con fines turísticos», siendo este el eufemismo de oro por el que se maquilla la conversión de usos residenciales en negocio. No cabe duda de que esta transformación supone un fuerte impacto social, espacial y económico a través de la presencia de esta población flotante de turistas que solo tiene que ver con una actividad extractiva de la vida urbana.
Pero no solo afecta al ámbito doméstico del vecindario, sino que amplias zonas del casco histórico se han convertido en lugares que desprecian la vida vecinal en todas sus dimensiones. La ocupación del espacio público, la desaparición del comercio de proximidad y el monocultivo de bares o restaurantes son otras de las caras de este proceso. La administración olvida al resto de barrios mientras se centra y promueve estrategias de marketing urbano en el centro, donde la turistización, la tematización, la especulación y el desplazamiento de población han terminado convirtiéndolo en un conjunto de lugares fragmentados, fotografiables, preparados para el consumo y cada vez más vacíos de significados. Una simplificación del relato y la memoria vecinal que ha ido penetrando también en nuestra propia concepción común de ciudad: la heterogénea, la diversa, la disconforme.
A lo largo de este El Topo hemos querido hacer un ejercicio de desmontaje del relato turístico impuesto, esa ideología del turismo según la que el crecimiento de un sector empresarial beneficia a toda la sociedad, concebido como proyecto común en nuestras ciudades, pero que no lo es, que no atiende a la huella ecológica, a la justicia socio-espacial o a la distribución de ingresos y rentas en ellas. El turismo, amigas, qué gran invento, y qué profundo ha penetrado su chantaje como única vía para esta región en una vergonzosa alianza público -privada.
Desde hace más de un año, en Sevilla se ha venido cuestionando este modelo de gestión neoliberal de la ciudad como mercancía enfocada casi exclusivamente al turismo. Desde el pasado ENTRA, de finales de 2017, hasta el nuevo ESTAR se han puesto sobre la mesa muchas de estas cuestiones en gran medida gracias a surgimiento de colectivos organizados como Cactus, que critican un modelo de ciudad que no es ambiental ni socialmente sostenible.
En este encuentro se nos invita a programar, debatir, actuar, y proponer un marco alternativo con una agenda propia organizada en torno a temas como el feminismo, la vivienda, la cultura o la juventud. Nuestro querido entrevistado de este número nos comentaba hace muy poco sobre el ESTAR: «de los enredos que se realizan en iniciativas amplias de este tipo, luego el jiperío se puede seguir aprovechando por lustros para nuevas maquinaciones y desafíos». Esperamos gustosamente que así sea.