En Occidente hemos tomado por costumbre el mirarnos el ombligo y considerar nuestras barrigas el centro del universo. Desde ahí interpretamos el mundo e intentamos «iluminar» al resto del planeta. Es una técnica compleja que hemos ido perfeccionando y que se ha convertido en una especialización evolutiva del homo eurocentricus: la colonización.
Este sujeto, representado por su mandamás, el BBVA (Burgués, Blanco, Varón, Adulto y heterosexual), ha utilizado todo tipo de estrategias violentas, más o menos sutiles, para dominar, no solo otros cuerpos y territorios, sino también lugares más simbólicos como es el campo del saber.
Logró crear LA VERDAD objetiva, empírica y neutral, y por tanto indiscutible e irrefutable. Un saber universal made in the west que nos atraviesa hasta las entrañas. Uno de sus mayores éxitos ha sido el de enseñarnos a pensar de forma dual estableciendo pares de conceptos opuestos. Partió y repartió los pares y se puso mocho. Se apropió de cultura, intelecto, solidaridad, civilización y modernidad; y al resto del mundo (incluidas nosotras) le endosó naturaleza, folclore, tradición y salvajismo. Un relato que ha ido alimentando a lo largo de los siglos con un fin muy concreto: legitimar la violencia, explotación, expolio y colonización de la otra y el otro.
En las últimas décadas, la máxima otredad es representada por las que llevan hiyab o chilaba y rezan mirando a La Meca. O que sean sospechosxs de hacerlo. El homo eurocentricus ha armado un sistema de discursos sobre terror, odio y fundamentalismo para dibujarlos a ellos; y sumisión, silencio y victimización para retratarlas a ellas; y lo ha hecho utilizando todo un arsenal de mítines, tertulias televisivas, noticias en prime time y pelis de acción, al que acompañan misiles, bombas de racimo, armas tested on combat1, vallas con concertinas o leyes antiterroristas.
No resulta difícil renegar de este depredador destructivo. Nos queda gritar para descubrir el pastel y que se amasen otros nuevos con la diversidad de sabores y saberes que la realidad y la justicia por la que luchamos se merecen.
1 El ejército de ocupación israelí vende sus armas con su sello de calidad tested on combat (probado en combate) tras bombardear a la población de Gaza.