El anuncio del restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Cuba y EE. UU. junto a los cambios que el Gobierno de la Isla impulsa desde 2011 no ha dejado indiferente a nadie. Este artículo no pretende zanjar ninguna cuestión, lo que resulta imposible en un proceso complejo que por lo demás solo acaba de empezar. En la medida de lo posible, intenta aportar informaciones que ayuden a comprenderlo mejor y quizá a evitar ideas preconcebidas como «EE. UU. ha dejado en paz a Cuba» o «Cuba se acerca al capitalismo».
La nueva etapa. Cuba la necesita… y EE. UU. también
Obama y Raúl Castro anunciaron el 17 de diciembre pasado su acuerdo para establecer relaciones diplomáticas y medidas para el intercambio. En realidad, se trata de la primera conclusión de un proceso iniciado años antes. Entre 2010 y 2012, hubo reuniones secretas en Puerto Príncipe y Santo Domingo. En junio de 2013, se llevó a cabo la primera de las 8 reuniones en Canadá y el Vaticano que culminaron con la declaración del 17 de diciembre de 2014.
Obama, reconociendo el fracaso, dijo: «El aislamiento no ha funcionado». Según la Casa Blanca, «la política hacia Cuba aisló a EE. UU. de sus socios y limitó la influencia en el continente». Entre las medidas que Obama pretende impulsar, destacan:
- Favorecer los viajes culturales, religiosos, humanitarios y profesionales, aunque se mantiene la prohibición de viajar como turista a Cuba.
- Aumentar las remesas familiares a Cuba de 500 a 2000 dólares trimestrales.
- Autorizar las exportaciones a Cuba de material de construcción y agrícola e inversiones en telecomunicaciones.
- Autorizar a lxs estadounidenses que viajen a importar productos cubanos por 400 dólares.
- Permitir que instituciones estadounidenses abran cuentas en bancos cubanos y que estos abran cuentas en EE. UU.
- Permitir a empresas de EE. UU. en terceros países transacciones con Cuba.
Entre los avances reales hasta ahora, encontramos: el relajamiento de los viajes a Cuba, el aumento de las remesas, la apertura de embajadas, la retirada de Cuba de la lista de países que apoya el terrorismo y la petición de Obama al Congreso para levantar el Bloqueo, ya que tiene rango de ley desde 1996 y levantarlo precisa del acuerdo del Congreso.
En contrapartida, Cuba liberó 53 presxs, como solicitó EE. UU. Se compromete a desarrollar internet y permitir visitas de enviadxs «especiales» de la ONU. Raúl Castro está dispuesto a tocar cualquier tema con EE. UU., en igualdad de condiciones y respetando la soberanía.
Cuba necesita esta etapa para reconstruir sus infraestructuras, aumentar su producción, acceder a créditos internacionales, disminuir el costo de las limitaciones impuestas, etc. EE. UU. la necesita para resituarse en Latinoamérica.
¿Pero cómo hemos llegado hasta aquí? EE. UU. cambia de táctica
En 1960, Eisenhower impuso un bloqueo global a Cuba para provocar «hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno», según un memorando del 06/04/1960 del Departamento de Estado. En 1961, rompían relaciones y declaraban la guerra a Cuba. Baste citar las 716 operaciones documentadas en 1962 dentro de la Operación Mangosta para dificultar el transporte y destruir las cosechas; o la guerra bacteriológica que obligó a sacrificar 740 000 cerdos en 1971, que destruyó las cepas más productivas de la caña de azúcar en 1978, que mató a 158 cubanxs de dengue en 1981; o las bombas contra hoteles en los 90.
Tras desaparecer la URSS, Cuba perdió bruscamente el 85% del comercio. EE. UU. apostó por ahogarla. En 1992, Bush aprobó la Ley Torricelli y en 1996 Clinton aprobó la Ley Helms Burton. Se prohibieron a las filiales estadounidenses en terceros países comerciar con Cuba, las transacciones cubanas en dólares, vender algo a Cuba con un 10% de partes estadounidenses, y se aprobaron las sanciones a empresas de otras naciones que tuvieran tratos con Cuba. Incluso establecen las condiciones para un gobierno de transición al capitalismo. La última vuelta de tuerca vino de Obama: sancionó a Philips por vender a Cuba equipos médicos, retuvo la asignación de la ONU para el VIH en Cuba, multó al banco francés BNP con 8000 millones de dólares… Solo convencido de que no lograría doblegar a Cuba, decidió cambiar de táctica.
Pero, ¿solo el reconocimiento del fracaso de su política ha motivado a EE. UU.? Han influido decisivamente las presiones externas e internas. La Asamblea General de la ONU se ha pronunciado en contra del bloqueo durante 24 años, la última el pasado 27 de octubre, con el voto de 191 Estados.
Similares acuerdos fueron tomados en 2014 por la Conferencia del Movimiento de Países No Alineados, la Cumbre del Grupo de los 77 y China o los jefes de Estado de la Unión Africana. Por último, sería extenso citar las acciones de organizaciones, gobiernos y colectivos de solidaridad en todo el mundo.
Los propios empresarios estadounidenses presionaban a Obama, tras comprobar que más países invertían en Cuba y que no podían competir a pesar de la ventaja geográfica. El presidente de la Cámara de Comercio de EE. UU. manifestó que «la comunidad empresarial de EE. UU. da la bienvenida al anuncio de hoy». Incluso los diarios New York Times, Washington Post y Los Ángeles Times habían pedido cambios durante 2014. Por otro lado, hace años que lxs norteamericanxs no comprenden la política de su Gobierno contra Cuba. Según la CNN, en 2009 el 71% de lxs estadounidensxs era favorable a relaciones con Cuba y en 2014, la Universidad Internacional de Florida publicó una encuesta a lxs cubanxs del condado de Miami: el 52% se oponía al bloqueo y el 68% era partidarix de relaciones diplomáticas con Cuba.
En conjunto, pensamos que la oligarquía financiera norteamericana convenció al conjunto de la clase dominante de que la Revolución cubana no colapsará como consecuencia del fin de la experiencia soviética y el bloqueo. Descartada la intervención militar, piensan en términos de una invasión de capitales que la desestabilice.
El ámbito latinoamericano. Avance de la integración y nuevos riesgos
América Latina saludó unánime este momento. El Mercosur, reunido esos días, vivió expresiones de júbilo de todxs lxs asistentes. La OEA declaró que «las medidas anunciadas abren una vía de normalización que no tiene vuelta atrás». Dilma Roussef, José Mujica, Cristina Fernández de Kirchner, Nicolás Maduro, Ollanta Humala, incluso el colombiano Juan Manuel Santos, expresaron su apoyo.
Porque estamos ante un giro crucial en la política de América. Obama dijo que es «el cambio más significativo de nuestra política en 50 años». Y Latinoamérica ha sido determinante. Mientras fracasaban el Plan Colombia en 2001 y el Tratado de Libre Comercio de las Américas en 2005, EE. UU. veía como países latinoamericanos tomaban una vía alternativa y se coordinaban con ALBA, UNASUR y CELAC sin la presencia de EE. UU. En 2014, la Cumbre Iberoamericana y la Cumbre de la CELAC emitieron su apoyo a Cuba. Casi todos los gobiernos advirtieron que no asistirían a la Cumbre de las Américas en 2015 si se excluía a Cuba.
Recuérdese que, a pesar de todo, Cuba fue para millones de latinoamericanos un foco de ideas de resistencia, refugio, incluso un campo de entrenamiento en los años de la sangre. Cuba mantiene una posición estable en el llamado socialismo del siglo XXI: Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua. Cuenta con la solidaridad de los Gobiernos de Argentina, Brasil, Uruguay, Chile y El Salvador. Nunca la Isla ha estado más arropada en un escenario de creciente integración.
Para EE. UU., que lleva una década de política fallida hacia Latinoamérica, el regreso a la escena disolviendo el conflicto con Cuba puede serle útil. A lo que se une la disolución del conflicto armado en Colombia a través de conversaciones realizadas en La Habana. ¿Será casualidad que el anuncio del cese unilateral e incondicional de la lucha armada de las FARC fuera casi simultáneo a la nueva postura? Puede que ahora EE. UU. intente romper UNASUR mediante la Alianza del Pacífico con México y Colombia, cambiar el Gobierno de Venezuela, recuperar Argentina, aislar a Bolivia y Ecuador y negociar más favorablemente con Brasil
¿Y ahora qué?
Cuba resistió todos los ataques y consiguió que EE. UU. modificara su posición sin renunciar a ninguno de sus principios. Fidel venció a 10 presidentes de EE. UU. y ha vivido para verlo. Podemos estar ante una victoria de David contra Goliat.
Raúl Castro afirmó que «debemos aprender a convivir de forma civilizada con nuestras diferencias» y destacó que los acuerdos alcanzados sobre el correo postal, las telecomunicaciones y los viajes «demuestran que es posible encontrar soluciones». Aunque David advierte que pueden hablar de derechos humanos en Cuba y también «de la violencia policial en los EE. UU. y las detenciones en la base de Guantánamo».
El nuevo camino acaba de comenzar. Una normalización de relaciones pasa por que Obama levante el bloqueo, para lo que necesitará en parte de un Congreso hostil, suspenda los programas dedicados a la subversión contra Cuba y las ilegales transmisiones electrónicas, devuelva la Base Naval de Guantánamo y compense a la Isla por los 117 000 millones de dólares perdidos por el bloqueo.
¿Habrá alguna vez relaciones normales entre dos gobiernos con concepciones opuestas sobre tantos temas? No resulta probable. Porque no es previsible que EE. UU. ceje en su intento de acabar con un régimen que considera enemigo. Fracasado el bloqueo, usarán otros medios como la diplomacia, la CIA, la economía, el comercio y la información, creando una quinta columna dentro de la isla, privilegiando al sector privado, excluyendo al sector estatal cubano, manteniendo la prohibición de vender productos cubanos en EE. UU., etc.
¿Alguien sabe hacia dónde va Cuba?
Cuba lleva a cabo un proceso de cambios sociales y económicos basados en los Lineamientos de Política Económica y Social aprobados en 2011 tras su debate y posteriores modificaciones en decenas de miles de reuniones populares y el Parlamento. Abarcan a todas las esferas de la sociedad y profundizan cambios iniciados en 1994. Destacan la ampliación del trabajo privado, la creación de cooperativas no agrícolas; la obtención de créditos y el pago de impuestos; la disminución de empleadxs públicos; el reparto de tierras; la eliminación de subsidios y la apertura a la inversión extranjera.
Cuba logró insertarse en América Latina, mantiene relaciones económicas con Europa Occidental, ha logrado establecer puentes con China y Rusia y enfrenta un proceso interno para construir, dicen allí, un socialismo próspero y sostenible. ¿Qué producirá el paso hacia EE. UU.? Los cubanos saben que Washington no se acerca con buenas intenciones y conocen los errores de Rusia y los excesos de China.
Obama reconoció que no veía perspectivas de que el cambio tenga alguna consecuencia en la situación política interna cubana. Raúl Castro aclaró que La Habana seguiría soberanamente con su propio ritmo. Pero para Cuba llegó el momento de la verdad. La Revolución sólo sobrevivirá si logra convivir con el mundo capitalista que la rodea conservando su soberanía y sus logros sociales. Quizás, el reto más difícil de la historia de la Cuba revolucionaria.
Cuba crece en energía renovable y agricultura ecológica, fabricas vacunas y fármacos, practica la solidaridad, ocupa el puesto 44 en el índice de desarrollo humano del PNUD, tiene mayoría de mujeres universitarias y profesionales, dedica un 36% del PIB a inversión social y era en 2006, según WWF, el único país del mundo sostenible con alto desarrollo. Nosotrxs no la vemos como una anciana vestida de verde olivo intentando sobrevivir. La vemos como una joven miliciana. Porque en realidad, en Cuba no entraron los tanques de nadie, lxs cubanos comenzaron la lucha por su soberanía en 1868 y es posible que lo que sobreviva por derecho propio sea un proceso nacional-popular enmarcado en la dinámica Norte-Sur más que en la Este-Oeste.
Preguntas finales. ¿Es este el momento de disminuir la solidaridad o al contrario? ¿Dónde ponemos a Cuba? ¿En el baúl de los recuerdos? ¿En los países que no existen o han sido derrotados? Hay que situar a Cuba en el imaginario del cambio. Se lo han ganado.
NOTA
Para este artículo se han utilizado informaciones y artículos de, entre otrxs: Ángel Guerra Cabrera, Ariadna Cornelio, Augusto Zamora, David Brooks, Fernando Ravsberg, Gratter Alfonso, José M. Martin Medem, Marcos Gandásegui, Roberto Montoya, Octavio R. Araujo y Salim Lamrani.