Hace poco escribí un texto sobre un viaje personal, un viaje lento que me ha llevado una vida, la que llevo caminada hasta ahora. El texto tenía que ver con la adquisición de la capacidad de ir comprendiendo y verbalizando cómo son las cosas, más que con la transformación de mi realidad. Comprender y verbalizar te facilita la toma de elecciones. Y he aquí que El Topo saca la nariz de la madriguera por casualidad, olisquea el texto —leo en National Geographic que los topos huelen en estéreo— y me hace una seña de esas del mus, así, levantando las dos cejas. Como invitando a que me cuestione algo. Y en cada ceja, una palabra. Masculinidad. Cuidados.
Yo no tengo ni pajolera idea de cómo jugar al mus. Pero intento salvar la situación y en vez de hacer un gesto raro y parecer un estúpido, me pongo las gafas de topo cegato, la nariz de olisquear —lo del estéreo dudo que lo consiga— y los guantes con garras de desbrozar la tierra. A ver si mimetizándome de topo…
¿Masculiniqué?
Lo de la masculinidad es algo que oigo desde siempre. Parece importante, una cualidad abstracta que no me acabo de enterar muy bien de lo que va.
Empecemos leyendo con las gafas de topo. Dice la RAE[i] que masculinidad es la cualidad de masculino. Masculino parece ser un ser que está dotado de órganos para fecundar y lo perteneciente a ese ser (una rosa es una rosa es una rosa[ii]; estos de la RAE son unos poetas). También pone que masculino es varonil y enérgico. Y de esas dos palabras, la primera se refiere a una cualidad que pertenece al varón, que a su vez es: un ser humano de sexo masculino y un hombre que ha llegado a la edad viril y por el que se muestra respeto, y que tiene autoridad u otras prendas. Además, nos dice que varonil significa esforzado, valeroso y firme. Del hombre cuenta que es un ser animado racional, varón o mujer; pero luego aclara que mejor varón.
Por curiosidad miro lo de mujer, e indagando leo que hay temas de sexo femenino, que lo femenino es propio de mujeres, rasgos de feminidad, que me lleva de nuevo a femenino, más cosas de órganos de esos… y dos palabras, débil y endeble.
No me voy a meter con temas de órganos y cuerpos, que eso tiene mucha tela que cortar y no puedo alargarme aquí más allá de mil palabras. Usaré, simplificando mucho, el concepto aspecto físico para englobar esa «materialidad». Con las mismas, tampoco me meto con lo de animado ni racional.
Y paro de leer. Si sigo leyendo a la RAE con estas gafas entro en un bucle recursivo. Así que pasemos a la nariz, que es más sensible en los topos y quizás dé mejor resultado. Olisqueemos las palabras. Snif, snif. Inspirando a ver si me inspiro… Y, ¡pof!, inspirando se doblan algunas palabras de arriba y se ponen en cursiva.
¡Ajá!, así que todo esto de la masculinidad y ser masculino tiene que ver con el poder, el respeto y la autoridad ejercidos con firmeza por un grupo de personas sobre otro grupo al que se le atribuye debilidad. Y los poderosos son además esforzados, valerosos y tienen «otras prendas». Claro, lo que pasa es que la realidad es usualmente narrada desde el punto de vista de los poderosos. Y aquí, se han retratado.
Es decir, que me da en la nariz sensible que la masculinidad es, hablando en plata, la expresión del poder y los privilegios de un grupo con cierto aspecto físico. Punto, nada más.
De la materialidad de los cuerpos, órganos, hormonas y todo eso, ya digo, otro día. Que si se hace en serio, de verdad que es muy complicado. Haría falta una nariz cuadrafónica por lo menos. Ni mil palabras ni el estéreo nos bastarían.
¿Quién nos limpia el culo?
Con los cuidados no voy a usar la RAE. La nariz sí, pero la mía; no me hace falta la postiza hipersensible. Porque la mía en modo mono ya basta para oler el tufillo que me llega. A mierda y profundidades de la tierra [iii] [iv] [v]. Así que a partir de ahora, solo los guantes de topo, con garras de desbrozar.
Y la primera pregunta que sale escarbando es: ¿quién nos limpia el culo? Porque esto de los cuidados tiene su connotación afectiva y su faceta obvia de asistencia a aquellos que más lo necesitan por ser aún menos autónomos que la mayoría (menores, personas ancianas y/o dependientes), pero va mucho más allá. Va de limpiar todos los culos, también los de los que ejercen la masculinidad. Nadie, ni el más masculini-mucho, es autónomo. La sensación de individualidad autónoma es una fantasía [vi]. Y si nos quitan a quienes nos limpian el culo, nos desmoronamos. Nuestra brillante individualidad se viene abajo si nos quitan a las personas que nos lo limpian ya sea por opresión o a cambio de dinero, dejando entonces de poder limpiar ellas culos más queridos y cercanos.
Ya sé que la mayoría diréis que el culo os lo limpiáis vosotros mismos. Pero tomad vosotros los guantes de topo e intentad desbrozar un poco más. Me refiero a todas las clases de culo: culo-limpiar-la-casa, culo-hacer-la-compra, hacer la comida —aquí no pongo el culo pegado que me da repelús—, culo-lavar-tender-la-ropa, culo-oírte-y-hablarte cuando te hace falta, culo-dejarte-espacio-y-tiempo-para-hacer-lo-que-te-apetece y te hace sentirte persona-individual y no solo persona-limpia-culos. Me refiero al acto de limpiar-culos-y-crear-las-condiciones-para-que-el-colectivo-y-cada-persona-que-lo conforma-viva-una-vida-digna-de-ser-vivida.
Masculinidad y cuidados
Ahora sin disfraz de topo, respondiendo al envite del tálpido tabernario, en vez de un cuestionamiento filosófico sobre masculinidades, nuevas o viejas, los cuidados y estas cosas que están tan de moda, solo me sale una frase exigente a las personas del grupo de los masculini-esos: depongan su posición opresora, entreguen sus privilegios y pónganse a trabajar limpiando culos con las demás por el sostenimiento de una vida digna de ser vivida para todas. Como hacen el resto de las personas. Ni más, ni menos.
[i] Diccionario de la lengua española (22.ª edición), Real Academia Española, 2001, consultado el 14 de octubre de 2014.
Nota: En las últimas horas, la RAE ha hecho públicos ciertos cambios en la vigésimo tercera edición de su diccionario. Cambios que, en lo que respecta a esta entrada del blog, hay que celebrar. Sin embargo, mantendré el post tal y como fue originalmente escrito hace unos días. Desgraciadamente, las personas a las que va dirigido, y que componen una mayoría de la población masculina y un número importante de la femenina, siguen manejando en sus cabezas conceptos que siguen ediciones del diccionario anteriores incluso a la vigésimo segunda.
[ii] Sacred Emily, poema del libro Geography and Plays de Gertrud Stein, disponible en http://www.gutenberg.org/files/33403/33403-h/33403-h.htm#SACRED_EMILY
[iii] Pérez Orozco, Amaia (2014). Subversión feminista de la economía: apuntes para un debate sobre el conflicto capital-vida. Ed. Traficantes de Sueños. Colección: Mapas. Disponible gratuitamente en PDF pero, si podéis, compradlo o, al menos, donad.
[iv] Nos ocupamos del mar, JuanLara. Disponible en: http://brandneweyes.wordpress.com/2014/07/19/nos-ocupamos-del-mar-carta-a-los-hombres-sobre-icebergs-montanas-e-igualdad/
[v] Un iceberg en mi asamblea, Carolina León, disponible en: http://blogs.zemos98.org/carolinkfingers/2014/09/23/un-iceberg-en-mi-asamblea/
[vi] Hernando, Almudena (2012). La fantasía de la individualidad. Sobre la construcción sociohistórica del sujeto moderno. Ed.: Katz Conocimiento.